
Valdeorras y sus alrededores son zonas donde la naturaleza es la principal protagonista. El monte es una de las principales fuentes de trabajo y recursos para muchos vecinos, mientras que para otros es un lugar de esparcimiento. Una zona idílica pero en la que tenemos que tener una serie de precauciones en las zonas donde existe una alta concentración de garrapatas.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que estos ácaros viven en las zonas de pasto alto o sestas. Por lo que en la medida de lo posible deberíamos evitarlas. Y es que la picadura de una garrapata, o carracha, como se les denomina en Galicia, puede cambiar nuestra vida.
Es el caso de una vecina de la comarca que trabaja en el cuidado de los montes y que durante el verano de 2021 sintió una picadura mientras trabajaba. Desde entonces, su salud ha empeorado de forma más que notable. El primer síntoma fue la fiebre. Además, la herida no se curaba. «Pensaron que era Covid y me hicieron pruebas. Después, decían que podía ser un virus».
A los episodios de febrícula pronto se sumó el cansancio extremo y el dolor articular y muscular. «Me querían diagnosticar de hipertiroidismo y vértigos. Yo me encontraba falta, con taquicardias, temblores...». Es por ello que, finalmente, decidió acudir a la sanidad privada y en una analítica se detectó una bacteria borrelia, causante de la Enfermedad de Lyme, provocada por la picadura de la garrapata. «Tenía infectados los ganglios, las tiroides... Tuve también problemas de vista porque se me inflamaban los músculos del ojo».
Y es que el principal problema de este enfermedad es que es "imitadora", es decir, que causa síntomas similares a otras comunes por lo que, de no ser consciente de la picadura, el diagnóstico es complejo. «Seguramente hay mucha gente diagnosticada de otra cosa y es eso».
Desde entonces la vida de esta vecina es completamente diferente, aunque por suerte, su diagnóstico llegó en 4 meses. Aun así, continúa de baja laboral un año después, con cansancio extremo y con visitas a fisioterapeutas, nutricionistas, reumatólogos y endocrinos casi semanales. «A mi me cambió la vida».
Cómo actuar y prevenir
Esta semana Viana acogía una charla relativa a esta temática en la que profesionales del PAC narraban las pautas a seguir en el caso de picadura. Y es que, tras una colaboración con la Red Galega de Vigilancia de Vectores, se detectó que existía una novedad en carrachas que transmitían el patógeno de la fiebre hemorrágica del Crimea-Congo, que cuenta con una mortalidad de entre el 10 y 40 % y que en en la vecina comarca del Bierzo causó dos fallecimientos.
En primer lugar, es necesario tener en cuenta que estos ácaros pueden vivir hasta un año y medio sin alimento. Su traslado desde lugares como África suele darse a través de las aves migratorias, aunque también influyen los movimientos humanos y el comercio internacional.
Las garrapatas habitan las zonas de pasto alto, con cierta humedad, por lo que el que el monte es el lugar donde debemos extremar las precauciones. Jesús Vilsánchez, enfermero, recomienda llevar ropa clara para detectarlas, las botas y calcetines colocarlas sobre el pantalón y revisarnos al llegar a casa. En el caso de encontrar alguna —que no esté enganchada— se recomienda llevarla al centro de salud o guardarla durante un mes.
Eso sí, una vez que nos ha picado, debemos de tener en cuenta otra seria de factores. En primer lugar que, si la quitamos en casa, debemos hacerlo con unas pinzas de punta fina y por la cabeza, sin apretar el cuerpo para «evitar que regurgiten. No debemos arrancan de forma brusca».
La siguiente opción es acudir al centro de salud. «Lo ideal es que no estén más de 36 horas enganchadas. Se considera que si está menos de 24 horas es difícil que contamine».
Eso sí, guardar el ejemplar es básico para un posible diagnóstico de futuro.