sábado. 21.06.2025

De Chile a As Ermitas, pasando por Madrid

Pablo e Isidora están construyendo una casa en As Ermitas, aunque viven en Madrid por razones de estudios y trabajo. Los vecinos de este pueblo de O Bolo, como Totó, son hospitalarios y todo aquel que llega no se siente forastero
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De Chile a As Ermitas, pasando por Madrid

As Ermitas es tierra de acogida y eso fácil  averiguarlo. Es rara la vez que visitamos este pueblo de O Bolo que no conozcamos una historia nueva de asentamiento o de enamoramiento de su paisaje, su entorno y su gente.

El Domingo de Ramos nos acercamos a la joya del barroco gallego, al Santuario de Nuestra Señora de As Ermitas, para vivir la pasión de la Semana Santa y, al salir de la misa, en el atrio nos encontramos a Pablo y a Valeria. Padre e hija llegaron desde Chile hace unos años, puesto que Isidora quería hacer sus estudios en Madrid y su padre la acompañó.

«Compramos una casita en As Ermitas porque mi abuelo, es de un poquito más arriba, se llama Vilaseco y aquí estudió. Íbamos a comprar una casita en el pueblo, la verdad que nos gusta mucho esto. Nos gusta mucho la vista, nos gusta mucho el lugar y decidimos venirnos aquí la las Ermitas, precioso lugar», explica Pablo.

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El pueblo visto desde la carretera de Soutipedre

Ellos viven en Madrid debido a los estudios de Isidora, pero Pablo se escapa a menudo. «Me gusta el trecking, la vista tengo desde mi habitación, mi casita maravillosa desde donde contemplo río, caminar y descubrir pueblos fantasmas, pueblos abandonados». «La gente maravillosa que hay aquí. Se pasa muy bien, se toma buen vino...», se para un segundo para seguir contando las bondades de este pueblo y de sus gentes.

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Vista desde la casa de Totó

De Antonio Rey, Totó —el vecino que los acogió—, sólo cuenta cosas buenas: «Este es un vecino que nos acogió desde el primer día. A él si que le encanta esta tierra, tiene sus raíces bien profundas aquí». A Totó su padre le dejó la casa y antes de fallecer le dijo: «Cuídamela». Y, vaya si lo ha hecho 

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Zona de baño a la orilla del río Bibei en As Ermitas

Y, es que has Ermitas tiene magia, un algo especial que te hace sentir una cierta espiritualidad. Así lo expresa Pablo: «Cuando vienes aquí te mueve algo. No se si es la tranquilidad, la magia que hay como tú bien dices, los sonidos eh el atardecer, la noche, el día de la nieve semanas atrás- Al amanecer con los pajaritos,  el dormir con el runrun del río...», se tona el amor de este chileno en cada una de sus palabra y como se le encienden los ojos al narrarlas.

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A su hija Isidora también la tierra de bancales plantados de viñas y olivos la cautivó y cuando tiene unos días libres se escapa para respirar esta belleza pero también para ayudar a su padre con la reconstrucción de la casita que compraron.

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Isidora con el ramo de olivo en la bendición de Ramós de As Ermitas

Totó estudió en el santuario cuando era un centro educativo y está muy agradecido al aprendizaje recibido, luego se fue a Astorga a terminar los estudios. Con 5 años tocaba el armonio, cantaba cuando la misa era en latín y se siente muy orgulloso de haber formado parte de esta comunidad educativa  «De aquí salieron muchos ciudadanos ilustres: don Manuel Barco, José Ramón Ricoy, secretario general de la Seguridad Social; el rector Lucas; el miembro  de investigaciones científicas que está en Santiago, Isidro García Tato».

Pablo e Isidora se unen a otras personas que decidieron hacer de As Ermitas su hogar, como Marta que entrevistamos un Viernes Santo de hace dos años o Pedro, el jienense que decidió plantar sus olivos en tierras gallegas.

Volveremos a As Ermitas con la esperanza de encontrar nuevas gentes que amen estas tierras.

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