jueves. 30.11.2023

Joaquín Tato es el presidente de los transportistas valdeorreses, COASVA y acaba de «curarse» de coronavirus

Los transportistas son uno de los sectores esenciales a los que la crisis sanitaria no ha obligado a parar, de hecho se han vuelto más esenciales que nunca. Un hecho en el que Valdeorras marca la diferencia dado que un buen número de los conductores trabajan para el sector de la pizarra así como para Autoneum. Una realidad que ha dado a conocer el presidente de COASVA, Conductores Asociados de Valdeorras, Joaquín Tato. «El 90% estamos parados. Queda alguna empresa en mínimos», ha destacado aunque reconoce que hay compañeros, en otras zonas, que se ven desbordados de trabajo. «Paquetería, transporte de alimentos y de material sanitario son los más demandados, los transportistas no dan hecho. Han reforzado las plantillas y aun así están sin parar», advierte señalando que las empresas están acatando todas las medidas de seguridad pero no hay lugares para comer, descansar o ir al baño. Aunque algunos establecimientos han colocado carpas donde dar de comer o beber de manera gratuita, no en todos los puntos se encuentra esta situación.



Y es que precisamente fue en un área de servicio donde el presidente de los conductores valdoerreses cree que él se pudo contagiar de coronavirus. «Fue la semana que todo el mundo escapaba a la costa. Estaban las áreas de servicio que parecía verano. No pudo ser en otro sitio», advierte añadiendo que siempre trabaja con mascarilla y guantes al igual que las personas con las que mantenía contacto en las naves donde realiza la carga y descarga.

Destaca que la enfermedad fue muy rápida. «Me subió la fiebre, en dos horas, de 36,5 a 40 grados» puntualiza y añade que tenía mucha tos de la que todavía se resiente. «No me podía levantar, las piernas no me respondían y no podía mantenerme en pie», destaca.



Al sospechar que se había contagiado, Joaquín llamó al teléfono de emergencias donde le confirmaron que los síntomas apuntaban a un positivo en COVID-19 pero que no le podían hacer las pruebas porque se reservaban a pacientes que tenían otras patologías. «Fue la médica de cabecera quien me dijo que tomara paracetamol y un jarabe para la tos», puntualiza señalando que la tos fue tan fuerte que hasta sentía calambres en el pecho.

Su situación en ese momento, solo en su casa de O Barco fue una suerte, por no contagiar a nadie pero también un inconveniente para el suministro de alimentos y medicamentos. Su familia fue quien se hizo cargo dejándole los productos en la puerta. «Después pedía por Internet y debo decir que los supermercados de O Barco en 24 horas entregaban los productos. A mi mujer en Mos han tardado 12 días en servirle y en Vigo ya están en tres semanas», destaca mientras enaltece la labor de los centros de alimentación barquenses.

La enfermedad duró una semana. «Comencé un domingo y el viernes por la noche ya se calmó. Lo peor fueron los dos o tres primeros días», destaca mientras espera que la situación se normalice y el sector de la pizarra vuelva a funcionar al 100% para trabajar.

«En algunos lugares los transportistas no tenemos donde parar»