
Aunque muchas personas la consideran una enfermedad del pasado, la tuberculosis sigue muy presente en Galicia y en el mundo. Así lo advierte Raquel Dacal, neumóloga de la Unidad de Tuberculosis (UTB) de Ourense, quien confirma que continúa siendo un grave problema de salud pública: «Está causada por una micobacteria que se transmite por el aire, y hoy por hoy es la principal causa de muerte por un agente infeccioso en todo el mundo».
En Galicia se detectaron 302 casos en 2023, una cifra que, pese a su descenso sostenido en las últimas décadas, mantiene la alerta activa. La reducción de contagios, según la doctora, es fruto del trabajo de seguimiento, diagnóstico precoz y tratamiento preventivo realizado desde las unidades especializadas como la UTB.
La enfermedad se manifiesta con síntomas que pueden pasar desapercibidos o confundirse con otras dolencias: tos seca o con esputo (incluso con sangre), febrícula, pérdida de peso, de apetito o cansancio. «Cuando estos síntomas se prolongan más de dos o tres semanas, es fundamental acudir al médico y realizar una radiografía de tórax», recomienda Dacal.
A esa prueba se añade una PCR en esputo específica para detectar el Mycobacterium tuberculosis. El cultivo, que sigue siendo la prueba de referencia, puede tardar hasta tres meses en ofrecer resultados.
No todas las tuberculosis son contagiosas, pero la pulmonar sí
La forma más frecuente es la pulmonar, que sí puede transmitirse a otras personas. «Hay que extremar precauciones durante el periodo en que el paciente es contagioso: aislamiento, buena ventilación, uso de mascarilla y no compartir cama ni utensilios», explica la especialista. Las medidas buscan cortar la cadena de transmisión y evitar nuevos casos.

Aunque todos estamos expuestos al contagio, hay colectivos con mayor riesgo: personas inmunodeprimidas —por enfermedades como el VIH o por tratamientos inmunosupresores—, pacientes con desnutrición severa o quienes han mantenido un contacto estrecho con un caso activo.
El tratamiento de la tuberculosis puede durar entre cuatro y seis meses —en ocasiones, hasta nueve— y consiste en la combinación de cuatro o cinco antibióticos diarios. «Tiene posibles efectos adversos, por eso hacemos un seguimiento estrecho con controles analíticos y revisiones periódicas», comenta Dacal.
El incumplimiento del tratamiento aumenta el riesgo de mortalidad y la aparición de resistencias. Aun así, si se accede a la medicación adecuada y se sigue el protocolo, la tuberculosis es curable en la gran mayoría de los casos.
Además de tratar la enfermedad activa, la UTB trabaja en la detección de la infección tuberculosa latente, especialmente en personas con alto riesgo de desarrollar la enfermedad: pacientes en diálisis, con silicosis, en espera de un trasplante o con tratamientos biológicos. En estos casos, se ofrece un tratamiento preventivo que puede evitar que la infección progrese.
«Cada vez que se logra completar este tratamiento, se reduce de forma drástica la probabilidad de desarrollar tuberculosis», subraya la doctora.
La llamada a la prevención
Raquel Dacal insiste en la necesidad de estar atentos a los síntomas y de acudir a consulta ante cualquier sospecha. Además, recuerda que el tabaquismo es un factor de riesgo importante y que, a día de hoy, no existe una vacuna eficaz —aunque hay varias en estudio—.
«Es una enfermedad prevenible, curable, pero todavía presente. El objetivo de la OMS es reducirla drásticamente, incluso erradicarla. Pero para eso es imprescindible la implicación de toda la sociedad: profesionales sanitarios y ciudadanía», concluye.