
La Confederación Hidrográfica Miño-Sil (CHMS) ha situado los sistemas del Miño y el Sil en situación de prealerta por la "sequía prolongada" que afronta la provincia y que se podría extender todavía durante los próximos meses.
La falta de precipitaciones en este año hidrológico (octubre 2021-septiembre de 2022) empieza a notarse hasta el punto de que este está siendo el año más seco desde 1980, desde que existen datos en la provincia.
En estos momentos, la precipitación media se sitúa en 603 litros por metro cuadrado, un 40,7% menos de la media histórica a estas alturas (1.017,5 l/m2). Y todo ello pese a que el mes de junio fue húmedo, con un 47% más de lluvias de lo normal. A estas alturas, la precipitación registrada era de 1.146,0 l/m2, un 9 % por encima de la media histórica y un 90 % por encima de la del año 2021/22.

Los efectos de la sequía empiezan a notarse en los embalses de la provincia, se encuentran al 49,73 % de su capacidad máxima, esto es un 8,97 % menor que la cantidad de agua embalsada hace un año y frente al 73,5% habitual en estas épocas. Todavía más preocupante es el caudal de los ríos, que llevan un 41% menos de agua de lo habitual en este periodo.
Desde el organismo de Cuenca, han hecho un llamamiento a «la responsabilidad» y ahorrar agua ante una sequía que todavía se podría prolongar. En la reunión mantenida por la Oficina de la Sequía, han vuelto a remitir comunicaciones a concellos, regantes y empresas hidroeléctricas para que hagan un uso eficiente del agua y ahorren, "para non ter problemas en setembro". Las predicciones que maneja el organismo a medio plazo apuntan a que la situación de sequía continuará los próximos meses, al menos hasta septiembre.
La confederación constata la existencia de un «déficit hídrico» derivado de la «escasez de lluvias» con el consiguiente «impacto sobre el territorio». Por este motivo, han vuelto a pedir a los diferentes organismos una mayor «diligencia en el control del agua» para garantizar el abastecimiento y «no tener más problemas de los habituales», a la vista de los datos, julio y agosto, que han asegurado que «van a ser fundamentales» para ver la evolución de la sequía.