
Este 2 de agosto, Vilamartín de Valdeorras abrirá de nuevo las puertas de sus covas, esos espacios excavados en la tierra que durante décadas guardaron vino… y secretos. Pero este año la Festa das Covas tendrá un arranque distinto: lo pondrán dos mujeres que no solo conocen bien estas construcciones, sino que se han dedicado a contarlas, a documentarlas y a escucharlas. Se llaman Carina Rodríguez, y Cris de la Torre, y son las pregoneras de la 27ª edición. Nadie mejor que ellas para hablar de lo que hay debajo de esta tierra.
«A mí me llamó Tito, de la asociación de coveiros, con quien llevamos colaborando desde hace más de un año», explica Carina, arquitecta técnica. «Estamos haciendo un inventario completo de las covas, para poner en valor este patrimonio que tenemos aquí, que es increíble. Y en Vilamartín trabajamos codo a codo con él, viendo una a una, así que supongo que se acordó de nosotras. O igual fue por pesadas, que también puede ser», sonríe.
«Foi por pesadas, si», confirma Cris de la Torre, comunicadora, entre risas. «Un día, alí entre covas, dixémoslle de broma que xa que eramos as que máis nos metíamos en todo, pois que nos tiña que poñer de pregoeiras. E velaí, que chamou».
Lo que empezó como una inquietud compartida se convirtió en una investigación rigurosa que hoy tiene más de mil covas registradas. «Cuando hicimos el primer Excel con todas, y vimos que habíamos superado las mil, se me saltaron las lágrimas», recuerda Carina. «Llevábamos tiempo con la intuición de que había muchas más de las que se decían, y lo confirmamos».
«Contámolas todas. As do Caño, as das Pinguelas… Sitios aos que vai xente tódolos días, e nunca se lles ocurrira pararse a contar. Pois nós si. E preguntamos, e miramos, e volvemos. Foi un ano de traballo moi intenso, pero moi bonito tamén», dice Cris.
Esa labor acabará convertida en un libro, una web, quizás incluso en un plan director. Pero lo importante, dicen, no está solo en el número. «Lo emocionante es que mucha gente, al vernos interesadas por sus covas, empezó a valorarlas de otra manera», explica Carina. «Algunos que pensaban venderlas decidieron conservarlas. Otros nos enseñaron con orgullo espacios que tenían olvidados. Se sienten anfitriones de nuevo».
Recibir la llamada para dar el pregón fue, primero, un susto. «Yo acepté solo por la lata que les he dado», reconoce Carina. «No me gusta nada hablar en público, pero entendí que era una forma de agradecer la confianza y devolver algo de lo que hemos recibido».
«Eu púxenme a rir», cuenta Cris. «Porque era como unha broma feita realidade. E ademais, como non temos libro aínda, pensei: ou nos invitan a dar o pregón ou quéimannos as notas. De momento, foi o pregón».
Aunque lo dicen en broma, se sienten agradecidas y orgullosas. «Es la única cosa que voy a poner en el currículum por gusto: pregonera. Se che chaman para dar un pregón e non gañaches un Nobel, é que xa estás na categoría de “persoa maior con algo que dicir”», bromea Cris.
Pero más allá de las bromas, hay una idea de fondo que ambas comparten y que será uno de los hilos del pregón. «Eu creo que a cultura, para que funcione, ten que ir da man da alegría», explica Cris. «E neste caso vése moi claro. Moitas das covas que se recuperaron nos últimos anos fixéronse grazas ás festas. Porque alguén quería ter un sitio bonito onde convidar os amigos ese día, porque querían volver xuntarse onde o facían os seus avós…».
« A xente quere vivir nos sitios onde se celebra, onde se comparte, onde se brinda, e as festas fixeron iso: que a xente volvese ás covas, que as arranxase, que as puxese bonitas».
Por eso insisten también en destacar la figura del coveiro… y de la coveira. «Es muy importante que haya quien las cuide durante todo el año. Sin ellos, las covas no existirían. Y aunque ha sido un mundo muy de hombres, sabemos que detrás de cada cova hay muchas veces un esfuerzo compartido, de pareja o de familia. Así que hay que nombrar a los dos», dice Carina.
Un mapa emocional de Valdeorras
Durante su trabajo, han encontrado restos que les han hecho pensar en usos antiguos, conexiones con etapas muy anteriores, incluso estructuras que podrían tener siglos de historia. «Mandamos fotos a arqueólogos, a medievalistas, a ver si podían interpretar lo que veíamos», dice Carina. «Y aunque no queremos adelantar demasiado, sí creemos que todo esto puede abrir muchas preguntas sobre cómo se han usado en el pasado».
«E sobre o que significaba o viño noutras épocas», engade Cris. «As covas non eran só almacéns. Eran centros de vida». ¿Y cuántas hay en Vilamartín? «Lo vamos a decir cuando presentemos el libro», responde Carina. «Más de mil en la comarca, eso sí. Y Vilamartín concentra el 40 %. Pero si decimos un número ahora, nos van a decir que hay más, o que faltan». «Con tachas ou sen tachas, sabemos que hai máis», apunta Cris con una sonrisa.
El pregón será el viernes, en el día das covas pequenas. Un ambiente más familiar, dicen, y una ocasión perfecta para hablar de todo lo aprendido, pero también para reírse un poco. «Temos que preparalo con viño, claro», ríe Cris. «E pensar no ‘outfit’. Que somos pregoeiras, pero tamén temos que ir guapas», bromea. «Yo solo espero que la gente venga, que se divierta, que escuche y que luego baje a ver las covas, porque merece la pena», dice Carina.
«E que celebren que esta festa foi pioneira, que puxo a Vilamartín no mapa, e que inspirou a outros lugares. Porque cando algo é bonito, cópiase. E se se adapta ben, é marabilloso», conclúe Cris.
Y así, entre datos, viño y moitas risas, Carina y Cris han conseguido algo más que contar covas: han hecho que volvamos a mirar hacia dentro. Literalmente.
Puedes escuchar la entrevista completa aquí: