La XXVII Ruta das Covas de Vilamartín arrancó este viernes con un pregón que fue mucho más que un discurso: una declaración de amor por el patrimonio vitivinícola de Valdeorras, un homenaje a la implicación vecinal y una invitación a disfrutar de esta festa que ya es tradición. Las encargadas de abrir esta edición fueron Cristina de la Torre y Carina Rodríguez, que brindaron —literalmente— por las más de mil covas censadas en la comarca y por muchas más que, como ellas mismas dijeron, «maloserá que non aparezan».
Aunque son ruesas, aceptaron con sorpresa la invitación de la Asociación de Coveiros, organizadora del evento. Ambas están inmersas desde hace más de un año en una investigación sobre las covas de viño, que dará lugar a un libro editado por Turismo de Galicia. Carina, arquitecta técnica, y Cristina, realizadora audiovisual, han recorrido barrio a barrio el territorio de Valdeorras, fotografiando, preguntando, contando y descubriendo la enorme riqueza de estas construcciones subterráneas que hoy son seña de identidad.
«Vilamartín foi pioneira», recordaron. La primera Ruta das Covas se celebró el 3 de agosto de 1997 con 20 covas abiertas, una entrada de 500 pesetas y la tuna de Ponferrada como amenizar las calles. «Menos mal que algunhas cousas non se consolidaron», bromeó Cristina. Aquella iniciativa, aseguran, fue el germen de muchas otras festas y rutas que vinieron después: Seadur, O Castro, Arcos… y también del resurgir de unas covas que hoy lucen cuidadas, visitables y llenas de vida.
Entre risas, anécdotas y agradecimientos, hicieron un recorrido por lo que representa esta festa para Valdeorras: «Sen esta celebración, moitas covas seguirían agochadas. Pero grazas ao voso exemplo, hoxe forman parte do noso orgullo colectivo». También hubo espacio para reivindicar el papel de Vilamartín en el mundo dos inxertos, tan ligado a la historia vitícola de Galicia, y para brindar —con la ayuda de una xarra reconvertida en temporizador— por los anfitriones de las covas, por la Asociación de Coveiros, por Valdeorras e incluso por la posibilidad de empadronarse en Vilamartín sen ter casa.
Las «pregoeiras» concluyeron con un mensaje claro: «A alegría tamén é un motor cultural e a Festa das Covas de Vilamartín é a mellor proba diso». Este sábado abrirán sus puertas 44 covas, dispuestas a recibir a miles de personas con viño, conversa e ese cariño tan característico de la comarca. Un aconteciemento, como dijo Carina, que «se vive unha vez ao ano, pero que deixa pegada todo o ano».

Tras la lectura del pregón, la Asociación de Coveiros obsequió a las pregoneras con una placa de cristal grabada, en la que figuraban sus nombres junto al logotipo de la entidad.

El acto concluyó con un emotivo homenaje a los coveiros Manola Rodríguez y Luis López, quienes también recibieron una pieza de cristal conmemorativa grabada en reconocimiento a su labor.
