Hoy parece que las bombas suenan menos en nuestros televisores. Que el horror de la guerra se ha silenciado y hemos continuado con nuestras vidas. Y la realidad, certera, viene a decirnos que es así.
Que incluso los que salieron huyendo de la muerte y la destrucción también buscan su camino en las tierras que lo acogieron, aun cuando su corazón permanezca con quienes quedaron.
Esta es la historia de Roman Kelomiiets, un joven ucraniano de 17 años, que llegó a la Rúa con su madre y sus dos hermanos pequeños huyendo de la invasión rusa. Acogido por el pueblo que le tendió los brazos, hoy disfruta del fútbol en el C.D. A Rúa, que el domingo jugará el ascenso a Primera Galicia con el PB. Ourense, CF.
Todavía no habla castellano, así que para poder comunicarnos con él nos apoyamos en uno de sus compatriotas: Alexandre. Desinteresadamente y con una eterna sonrisa en la boca, nos hace de traductor.
«Cuando comenzó la guerra estuvieron un par de días viendo si se arreglaba o no», explica Alexandre. «Pero al ver que el tiempo pasaba y que la invasión iba a continuar, decidieron ir a las ciudades más lejanas».
Allí los acogieron unos familiares. «Sin recursos, sin trabajo y con cada vez menos dinero», decidieron dar un paso más y traspasar las fronteras polacas. «En un principio ellos no estaban pensando en llegar a España. De hecho, no sabían dónde quería ir». Y es que, con escapar del horror, les bastaba.
Llevaban cuatro días en Polonia cuando la madre de Roman conoció a varias personas que le ayudaron a huir con sus hijos. El santo y seña: un lazo con los colores de la bandera de Ucrania por el que supieron que la familia buscaba refugio.
A partir de ahí, tardaron casi cuatro días en llegar a España. Iban abordo de una furgoneta que compartieron con otros paisanos. Su primer destino, Barcelona. Ya desde la ciudad condal llegaron a A Rúa donde se instalarían definitivamente.
Hoy, la historia de Roman Kelomiiets se escribe desde la esperanza. Apasionado del fútbol en su país de origen ha encontrado en el C.D. A Rúa un lugar donde olvidarse de la pesadilla de la guerra.
Comparte su ilusión con el resto del equipo que durante este año ha tenido una trayectoria impecable. Pero, como suele suceder, «cada maestrilo tiene su librillo». Y, al igual que la selección de Italia es famosa por catenaccio aquí, tal y cómo el mismo señala, «la presión que se ejerce en el campo es diferente».
Sea como fuere, no se ha perdido ninguna cita importante en O Aguillón de A Rúa, en el Vicente Solarat y tampoco ha faltado a animar a las bases.