A sus 42 años, Vanessa Rodríguez vivió un cambio radical. Las secuelas de una enfermedad grave y una operación complicada la dejaron incapacitada para continuar en el trabajo de comercial al que había dedicado buena parte de su vida.
Cuando comprendió que no podría regresar a su ocupación, el mundo se le vino encima. «De repente, te das cuenta de que lo que has hecho toda tu vida ya no es una opción. ¿Qué iba a hacer ahora?», recuerda. Ante un futuro incierto, tuvo que replantearse todo: ¿cómo empezar de nuevo?
En medio de esa incertidumbre, Vanesa encontró en COGAMI, una asociación que ayuda a personas con discapacidad a reinsertarse laboralmente, una oportunidad para redefinir su vida. «Sabía de su labor y pensé que quizás allí podrían orientarme», comenta.
Con el apoyo de profesionales que entendían bien su situación, COGAMI evaluó sus habilidades y su experiencia. «Ellos realizan un proceso en el que analizan tu perfil profesional, tu experiencia y las limitaciones que tienes en ese momento. A partir de ahí, comienza el trabajo de formación y búsqueda», explica Vanesa. Poco a poco, fue encontrando un nuevo rumbo, y gracias a su experiencia profesional se ha convertido en formadora y enseña a otros a hacer ese trabajo que a ella se le daba tan bien.
Un proceso de adaptación complejo
El camino de Vanessa no ha sido sencillo. Adaptarse a una realidad distinta y aceptar ciertas limitaciones fue una prueba constante. «Es algo inesperado, con lo que no cuentas en tu vida. Es un proceso que te enseña la realidad», reflexiona.
Sin embargo, al tiempo que aceptaba sus propias limitaciones, fue descubriendo una nueva manera de entender su vida laboral y su propósito. «Lo que necesitamos en estos procesos es estar seguros de que no pasa nada, de que es un cambio más y de que todo puede salir adelante», asegura. Este apoyo no solo le dio herramientas para encontrar empleo, sino también la confianza para seguir adelante.
De beneficiaria a mentora
Vanessa no solo encontró una nueva ocupación gracias a COGAMI, sino también la oportunidad de ayudar a otros. Dentro de la asociación, además de ser usuaria, comenzó a impartir formación para personas en situaciones similares. «He estado con un grupo de personas que está pasando por un proceso que conozco perfectamente.
Es una experiencia enriquecedora», afirma con una sinceridad que refleja su compromiso. Su papel como formadora incluye ayudarles a desarrollar competencias profesionales que no tenían o que necesitan mejorar para facilitar su reinserción laboral.
Vanesa describe lo valioso que ha sido rodearse de personas en situaciones diversas y ver la determinación en quienes, a pesar de los obstáculos, buscan reconstruir su vida profesional. «Es maravilloso que exista este tipo de asociaciones para ayudarte a reubicarte», comenta, al tiempo que recuerda que la enfermedad no discrimina y que cualquiera puede verse en una situación similar.
Un mensaje de esperanza
Hoy, Vanessa Rodríguez es un ejemplo de que, a pesar de los giros inesperados de la vida, siempre es posible encontrar un nuevo camino. Su experiencia le ha enseñado la importancia de rodearse de un buen apoyo y de no rendirse ante las adversidades. «Es muy importante psicológicamente cuando una persona tiene limitaciones para desarrollar una profesión; tú no puedes condenar tu vida el resto de tus días a no poder hacer nada», explica con firmeza.
Tras su recorrido, sabe lo necesario que es mantener las ganas de trabajar y afrontar cada día con motivación. «Tienes que tener las mismas ganas de trabajar y de salir de tu casa cada día. Y eso es posible», concluye.
La historia de Vanessa, construida a base de superación, perseverancia y apoyo, nos recuerda que aunque los cambios puedan ser difíciles, siempre hay nuevas formas de seguir adelante.
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