martes. 03.06.2025

«Mi hija no me pertenece, es un préstamo que me hizo la vida, una bendición»

Marisa, Elena, Paula, Raquel, Carolina y María Luisa, cinco madres y una abuela cuentan su historia en un día tan especial como el de hoy: el de la Madre
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«Mi hija no me pertenece, es un préstamo que me hizo la vida, una bendición».

Como cada primer domingo del mes de mayo se celebra en España el Día de la Madre. Difícil explicar todo lo que engloba esta palabra, y todos los tipos de madres que pueden existir hoy en día. Sean de sangre o no, mamás solteras, por adopción, mujeres que representan esta figura porque la vida las llevó a hacerlo, o cualquiera que sea el caso de la maternidad

Hoy hablamos con seis madres, cada una con una historia de vida diferente, que nos cuentan lo que implica serlo. Destacar que todas ellas lo fueron a través de la gestación propia, y que se incluye el testimonio de una abuela, madre de cinco hijos y abuela de siete nietos. 

«Tuve dos hijas y, en mi caso, tomé mejor la maternidad con la segunda»

Marisa tiene dos hijas de 28 y 25 años. «Cuando tuve la primera no quería tener más, fue muy difícil para mí porque la veía muy frágil, no fue un bebé fácil, y me molestaba incluso que la cogieran otras personas». Pero luego llegó su segunda hija «y me tomé la maternidad de otra forma, no tan egoístamente, con más libertad hacia la niña y hacia mí». 

Cuenta Marisa que «no entendía cuando me reñían mis padres, pero ahora sí». Es esa experiencia de vida la que acerca a muchas personas con sus madres, con sus padres, porque empiezan a vivir lo que ellas vivieron primero. «Yo pensaba que el no dormir porque saliera de fiesta era una tontería, pero yo lo sufrí y no estaba tranquila si no estaban». 

Siempre se dice que el amor de una madre es el más grande que existe en el mundo «y es así, no hay un amor igual, ni a tu marido, ni a tu propia madre, ni a tus hermanos, a nadie. Si mis hijas tienen cualquier tipo de problema yo no soy capaz de ser feliz. No puedes». 

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«Fue tan bonito ver a mi hermana ser madre que me dije: no te lo puedes perder»

La historia de Elena con la maternidad surgió tras ver nacer a dos de sus sobrinas. «Para mí ser madre y ser tía es lo mejor de mi vida. Me decía: si yo quiero así a mis sobrinas cómo será con mi hija. Y tuve a Sara». Cuenta que en ese momento su vida se llenó de adrenalina, de amor y de emociones «desde el primer momento del embarazo». 

Una de las etapas que pueden ser más difíciles para las mamás es el momento de soltar la mano de sus hijos, de ver que crecen, que vuelan un poco del nido. Y Elena dejó siempre que su hija —ahora de 19 años— fuese libre porque «no me pertenece, es un préstamo que me hizo la vida, una bendición». Coincide con Marisa al afirmar rotundamente que «es el único amor que existe sin condiciones. Para ser feliz yo necesito que ella esté bien; y te digo más, para mí está mi hija y mis sobrinos, y luego el resto del mundo».

«Ser madre es no dudar ni un segundo en dar tu vida por la de ella»

Como «maravillosa» define Paula lo que es la maternidad. «Pero algo que yo no sabía es que, cuando te conviertes en madre, tu única preocupación en la vida es que todo le vaya bien, en que sea feliz, en que nadie le haga daño... ser madre es una preocupación constante». 

Paula tiene una hija a las puertas de alcanzar la mayoría de edad y define lo que siente como «vivir dos vidas paralelas: la mía y la de mi hija». Confiesa que es «precioso» que alguien la quiera como lo hace su hija, y quererla tanto a ella, «formar parte de cada paso de su vida y formarla con el paso de los años». Concluía, sin dudarlo, afirmando que «todo merece la pena por ella». 

Es muy manida esa frase que dice que las madres darían la vida por sus hijos, pero cuando nos paramos a pensar en ella es una afirmación severa, dura. Paula reflexionaba sobre ello y no dudó al contestar que «Mencía es la única persona por la que daría mi vida, no dudaría ni por un segundo. Y creo que es un sentimiento que solo se tiene por un hijo».

La historia de Raquel: ocho años de intentos para ver nacer a Sergio

«Es lo más difícil y lo más bonito que hice en mi vida». Raquel nunca dudó ante la maternidad: siempre deseó estar embarazada. Por eso nunca se rindió hasta conseguirlo. Tras ocho años de intentarlo sometiéndose a tratamientos y un viaje hormonal y emocional muy intenso, nació Sergio.

«Cuando te conviertes en madre te das cuenta de lo bueno y lo malo que hizo la tuya contigo, e intentas siempre coger esa parte buena para tu hijo». Una afirmación que también demuestra lo que afecta e influye la relación con una madre y cómo se transmite el cariño con cada hijo.

Definía Raquel el ser mamá como «si tuvieras siempre algo al fuego» e incidió en la presencia de la culpa. Algo que ilustró con un caso práctico: su hijo tuvo un partido de fútbol, ella no fue ese día y él marcó un gol. «Estoy emocionada porque sé que va a estar súper contento, pero yo no estaba allí para verlo. La culpa es tremenda, y siempre está presente».

«La peor experiencia de mi vida fue el aborto. Te vas del hospital sin nada y eso es lo peor»

Carolina tiene dos hijos y a sus espaldas un aborto y la pérdida de su madre cuando era una adolescente. Todas ellas experiencias de vida especialmente significativas, que marcan. «Mi suerte es que siempre tuve muy buenos referentes, mi abuela, mi tía, mi suegra... y vivo en Galicia, una comunidad súper matriarcal. Y eso te impulsa». 

Dice que sus dos hijos le «vinieron dados, no eran esperados. Toda la vida van a ser mis cachorros, mis hijos lo son todo». Define Carolina la maternidad como «un abismo que se abre, yo tenía mucho miedo y sobre todo responsabilidad de traer a una persona a este mundo». Un mundo que para ella cambió radicalmente: «solo te preocupas por ellos, que estén bien, y empiezas a crear ese vínculo de familia, de mamá gallina».

Ella, que nunca había tenido un instinto maternal fuerte, vivió tres experiencias muy diferentes entre ellas. Con el primero «todo era nuevo, éramos muy jóvenes; con la segunda todo fue más pausado, con más madurez y responsabilidad». Entre ambos vivió lo que define como «la peor experiencia de mi vida. Una parte de mí se murió porque un bebé que deseaba ya no estaba, salimos del hospital sin nada y eso es horrible». 

«El momento más bonito de la maternidad es cuando te lo ponen encima aún con el cordón umbilical unido y dices: esta personita salió de mí». Un cordón umbilical que, afirma Carolina, nunca se rompe. «Van a ser mis bebés para siempre aunque tienen que hacer su vida, ahí es cuando todo te da miedo y solo deseas que sea feliz». 

«El núcleo de la familia es lo que nos sustenta»

María Luisa, "Lita", de 88 años es la matriarca: madre de Marisa, Elena, Paula y Raquel; y suegra de Carolina. «Yo estaba deseando casarme y ser madre». Cuenta que se casó con 28 años —tarde para la época en la que lo hizo— y tardó un año en quedarse embarazada por primera vez. «Fui al médico y empecé a rezar a la Virgen, yo que soy muy creyente, y conseguí tener a mi primera hija».

Tuvo cinco hijos, cuya crianza abordó con ayuda «porque no podía con tantos. Mi marido y yo trabajábamos mucho y no es como ahora, es que eran cinco hijos». Presume Lita de tener «madera de madre, y de abuela». Tiene siete nietos «y son la suerte de mi vida. Aún recuerdo cuando mi primera hija se quedó embarazada, fue una alegría».

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Entre risas ponía un ejemplo sobre lo que es para ella ser madre: «mira a los mafiosos, son malos, pero siempre tienen en cuenta a la familia. Siempre hay diferencias, pero lo más importante es lo que nos une. Ser familia es lo que nos sustenta».

Todas ellas son mis referentes. Seis historias de mujeres valientes, trabajadoras, volcadas en sus hijos y en ellas mismas como madres, para darles siempre lo mejor. Feliz Día a todas las Madres, con mayúscula, os queremos

«Mi hija no me pertenece, es un préstamo que me hizo la vida, una bendición»