El «Festival» congregó a numerosas personas para disfrutar de un amplio programa de conciertos, cetrería y una feria de época
El recinto del Castillo de O Bolo se quedó pequeño durante la celebración de la tercera edición del «Festival e Feira Medieval». La coincidencia con la jornada de la XII Festa da Vitela, que congregó a nada menos que 900 personas, así como el día cálido y soleado, propició un lleno absoluto en la fortaleza.
La música medieval resonó con fuerza entre los muros y el cielo abierto del monumento por excelencia de O Bolo. Los gaiteiros «Os Raparigos do Ferrol», que actuaron en el festival, fueron los grandes homenajeados de esta edición por su labor en favor de la cultura musical. Pero el mismo protagonismo tuvieron el resto de las agrupaciones participantes.
Con el «poderío» que la caracteriza, la cantante Lucía Pérez se hizo con el público, arrebatando los aplausos de los asistentes. Brindó canciones que amenizaron e, incluso, invitaron a bailar. Con la misma fuerza, la Real Banda de Gaitas, a través de integrantes como su formación juvenil y sus «cantareiras» desplegaron a viva voz, pandereta en mano, todo su arte.
También conquistó el grupo de zanfoñas de la Escola Provincial de Gaitas de la Diputación de Ourense, las «Cantareiras da Seitura de Lentellais» y el «gaiteiro» medieval Javier Franco.
Durante el festival también fue interpretado un romance medieval por Lucía Pérez acompañada por las «Cantareiras de la Real» y por un organistrum medieval y un violín.
A esta cita con la cultura, durante la que se desarrolló una mercado medieval, acudieron el alcalde, Manuel Corzo, quien se mostró plenamente satisfecho de la respuesta a este evento y el presidente de la Real Banda de Gaitas, Xosé Lois Foxo, que en todo momento estuvo pendiente de cada detalle de los diversos conciertos, además de los organizadores Leo y Rodrigo Vázquez.
Todo ello fue «aderezado» con una exposición de cetrería de «Rapiñas do Salnés» cuyos ejemplares se pudieron contemplar de cerca y sobrevolaron en algún momento el recinto .
O Bolo volvió a convertirse durante esta jornada en un referente de la gastronomía, cultura y tradición, tres elementos que ha sabido conjugar para convertirse en el gran protagonista de la provincia ourensana durante el sábado de la Semana Santa.
El Castillo de O Bolo, que permanece durante todo el año solitario y silencioso, recuperó vida durante unas horas.