
El frente del incendio ya ha pasado por A Rúa, aunque el municipio continúa rodeado de humo. Así lo confirmó la alcaldesa, María González Albert, que explicó que el núcleo sufrió «un pequeno rebrote» de las llamas, sofocado rápidamente por los propios vecinos, sin necesidad de movilizar más medios. «Agora estamos rodeados de lume e de fume por todos os lados, porque o lume nos circunda», señaló.
La principal preocupación se centra ahora en el vertedero, que sigue emitiendo humo tras tres días ardiendo. «É escandaloso porque ten compoñentes plásticos», apuntó la regidora, que quiso aclarar la rumorología surgida en torno a posibles riesgos para la salud: «Confirmo que non hai sustancias canceríxenas. É un vertedoiro de residuos non perigosos, e pedimos que a xente faga caso só das informacións oficiais». El Concello está realizando analíticas de control de la calidad del aire, que se ha visto deteriorada tanto por el fuego como por la combustión del vertedero.
En paralelo, el ayuntamiento ha contactado con la Diputación para sellar la zona en cuanto haya disponibilidad de maquinaria, aunque la prioridad sigue siendo la protección de las personas y de los núcleos habitados. Desde el servicio de coordinación se prevé todavía un día «complicado», con la esperanza de que mañana la situación sea más sostenible.

Los problemas de abastecimiento de agua siguen presentes. La población continúa dependiendo en gran medida de agua embotellada, suministrada por la UME y Protección Civil. «Hoxe xa está aberto o comercio e hai accesibilidade, pero se alguén non ten acceso, pode acudir fisicamente á casa do concello, porque as redes e os teléfonos seguen sen funcionar», indicó la alcaldesa.

También persiste la suspensión de la recogida de basura. «Pedimos á veciñanza que sexa responsable e que, na medida do posible, non saque o lixo aos contedores. Xa estamos vendo bolsas polo chan, e iso pode xerar problemas de saúde pública», advirtió.
A Rúa afronta, por tanto, una jornada marcada por la mejora respecto al fuego directo, pero también por los efectos secundarios que deja tras de sí: humo persistente, problemas de agua, acumulación de residuos y la necesidad de mantener la colaboración ciudadana hasta que la situación se estabilice.