
Enóloga de profesión, Cecilia se mueve diariamente en un mundo donde los hombres siguen siendo mayoría. Mientras tanto,en su casa, han cambiado los roles
Cecilia Fernández es el claro ejemplo de cómo la sociedad ha avanzando a lo largo de los años. Ella, trabaja en un mundo donde los hombres son mayoría, la enología. Pero además, en su casa, también se han intercambiado los roles habituales. Su marido es quien cuida a su hija y realiza las tareas de casa. Hoy ha compartido su historia con nosotros y también aquellos momentos en los que ha tenido que hacerse valer por ser mujer.
¿En qué momento decidiste que te gustaba la enología?
La verdad es que me gustaban las ciencias y siempre fui por ahí. Comencé a hacer biología y en un curso de la universidad nos llevaron a conocer bodegas. Fue algo que me gusto. Cuando terminé, me puse a trabajar en el Consello Regulador durante la campaña de vendimia y me gustó mucho el mundo del vino, las bodegas... Así que terminé biología y me fui a estudiar enología a La Rioja.
¿Cómo fue ese cambio? Son carreras que tampoco tienen mucha relación...
Siempre me ha gustado la parte práctica y me parecía bastante interesante. Y, al final, la enología es hacer con tus manos vino. Procesar la uva y obtener un producto diferente. Fue un cambio enriquecedor.
En clase, ¿erais más chicos o chicas?
La verdad es que había bastantes más chicos. Era una carrera donde muchos compañeros llegaban de ingenierías agrícolas. Empezamos a ser más chicas en mi curso, pero siempre eran mayoría.
¿Esa pasión por el vino te viene de familia o fue a raíz de ese curso?
La verdad es que en mi casa siempre se ha hecho vino. Yo soy de un pueblecito y todo el mundo elabora. Es algo con lo que creces y no les das demasiada importancia. Pero un día salta un clic. Para mi fue eso, ver que realmente podría ser una profesión de futuro. Se juntó un poco todo, la cultura que traía de atrás y ese curso que me abrió los ojos.
Y una vez que terminas la carrera, ¿fue complicado entrar en este mundo?
Siguen predominando los hombres. Yo he tenido relativa suerte, porque sí es cierto que hay mas hombres, pero en la comarca, enólogos no hay muchos. Fue un poco de suerte tener esa preparación para conseguir un trabajo en mi casa. Pero si me hubiera quedado en zonas mas grandes, con más profesionales, igual me hubiera costado mas.
¿Alguno vez has notado discriminación?
El mundo del campo es bastante masculino. No digo machista, porque hay de todo. El 80% de trabajadores son hombres, los propietarios son hombres… entonces sí hubo situaciones en las que cuesta mas hacerte valer. Por ejemplo, en época de vendimia, un momento estresante para todos, hacer entender que la decisión de cuando se recoge la uva es tuya, cuesta que lo entiendan. O cuando embotellar en la bodega... cuesta que te tomen en serio.
Llega un momento de tu vida en el que te haces madre. ¿Cómo fue ese cambio?
Cuando fui madre estaba trabajando para una bodega grande con un buen proyecto. Pero necesitaba como desconectar y dedicarle tiempo a mi hija. En casa lo hablamos y decimos que al menos, el primer año, lo dedicaría a la crianza. Así que dejé el trabajo. Después ya volví al mundo profesional.
¿Cómo compagináis ahora el trabajo con el cuidado de la niña?
Tenemos suerte. Hemos cambiado los roles típicos. Mi pareja solo trabaja de mañana, por lo que se queda con la niña después del colegio y hace las tareas de casa. Yo me enfoco casi 24 horas al trabajo.
Eres entonces el ejemplo del cambio.
Creo que en las parejas ambas partes deben tomar decisiones. Lo normal es que la mujer se quede en casa, pero no siempre tiene por qué ser lo mejor.
Dentro del mundo de la enología hay que cambiar algo de cara al papel de la mujer?
Hay concursos en los que ya se premia al vino que esté elaborado por más mujeres. No sé si ese es el camino. Pero lo importante es dar más visibilidad.
Si desea escuchar la entrevista completa a Cecilia Fernández, pinche en el siguiente enlace: