
Rodrigo Marini llega a nuestro estudio, acompañado de nuestro colaborador y experto en cine, José María Rodríguez, presidente de Cine Club Groucho Marx. La complicidad entre ambos es evidente, y no es para menos: José María no solo está ayudando en la producción de Dopamina Zero, el próximo proyecto de Marini, sino que también lo acompaña como amigo y guía en esta aventura cinematográfica.
Marini es una de esas personas que contagian pasión por el cine desde el primer momento. Su trayectoria, marcada por años de trabajo con la imagen, es el reflejo de su talento y dedicación. Ha sabido captar la atención del público y la crítica con sus cortometrajes Un Mundo Salvaje y Dragón Blanco, en colaboración con David Santamaría, con quien comparte la dirección en Black Fiction.
Dragón Blanco no solo se alzó con un Premio Lorca, sino que también consiguió cuatro nominaciones en el prestigioso festival Cortos con Ñ de Madrid, dejando claro que Marini no es un director más, sino una figura que busca contar historias con sello propio.
Una historia sobre la vida, el amor y el Parkinson
Dopamina Zero no es solo un nuevo proyecto para Rodrigo Marini; es también un desafío creativo y emocional. Este cortometraje supone un cambio de registro en su trayectoria, explorando el drama social desde un enfoque cercano y humano, sin abandonar el estilo visual que lo caracteriza. La historia sigue a un músico que, tras ser diagnosticado con Parkinson, afronta las consecuencias físicas y emocionales de una enfermedad que va mucho más allá de los temblores.
Marini explica que «pensamos que sabemos lo que es el Parkinson, pero cuando profundizas, descubres que no es solo algo físico. Te roba la ilusión, y sin ilusión, no somos nadie». Se trata de una historia muy cercana para el director, cuyo interés por esta enfermedad nació al recibir la noticia de que un amigo cercano había sido diagnosticado.
Este hecho despertó en Marini una cascada de preguntas sobre cómo cambiaría la vida de su amigo y cómo viviría los cambios que le esperaban. «Este proyecto me ha hecho crecer como persona y como director. El cine puede ser una herramienta para dar visibilidad a temas, y en este caso enfermedades, que muchas veces quedan en un segundo plano», añade.
El guion, revisado por expertos médicos, neurocirujanos y asociaciones de Parkinson, busca reflejar con rigor las complejidades de esta dolencia. Sin embargo, no pretende ser un manual médico, sino una inmersión en las emociones y las relaciones humanas: cómo la enfermedad afecta tanto a quienes la sufren como a quienes los rodean. «Lo cuento a través del amor, porque es una de las pocas cosas que pueden sostenernos cuando todo lo demás falla», comenta el director.
El corto, que se rodará del 8 al 12 de abril en diferentes localizaciones de Valdeorras, contará con un reparto destacado. Juan José Ballesta, conocido por películas como El Bola y Planta 4ª, interpretará al protagonista, acompañado de Veki Velilla (Velvet Colección, Élite), Cristina Mediero (30 monedas), Román Rymar, Antonio Meléndez Peso, Álex Navarro, Nacho Serapio y Álvaro Tejero, quien sigue los pasos de su tío Fernando Tejero en el mundo de la interpretación.
Además, José María Rodríguez, tendrá una aparición especial en el corto, además de estar involucrado en la producción de este proyecto del realizador barquense.
Agradecimientos esenciales
Lo que hace único este proyecto no es solo su enfoque, sino la cantidad de personas y entidades que han unido fuerzas para hacerlo posible. Desde la colaboración de Claqueta Blanca, que coproduce el proyecto junto a Black Fiction, hasta el respaldo de negocios locales, el esfuerzo colectivo ha sido extraordinario.
Entre los muchos nombres que menciona Marini con gratitud están el concello de O Barco, Ton y Son, Café Teatro Bajo Cinco, la cafetería de Elvira, el Rincón de Luis, la tienda Raquel de Petín y la tienda Beep, que ha cedido un Citroën 2CV para el rodaje. También destaca la ayuda de Sabela, de la bodega Alan de Val entre muchos otros.
Además, Marini resalta el apoyo de Epifanio Campos, amigo de la infancia y productor asociado, junto a artistas como Lola Doporto, que ha cedido su arte al realizador e Iván Prieto, quien también ha contribuido de forma destacada al proyecto. La lista de personas y establecimientos de Valdeorras que han aportado recursos, espacios y tiempo es extensa, y Marini no escatima en agradecimientos. «Nunca imaginé que recibiría tanta ayuda. Es emocionante ver cómo todo el mundo, desde amigos hasta desconocidos, se vuelcan con un proyecto que sienten como suyo», asegura Marini.
Un director con futuro
Rodrigo Marini no se detiene. Aunque ahora está volcado en Dopamina Zero, ya vislumbra su próximo reto: dar el salto al largometraje. «Siempre voy a ser cortometrajista porque me encanta contar historias cortas, pero siento que el siguiente paso natural es un largo», comenta.
En Valdeorras, Marini ha encontrado un hogar para sus historias, y su entusiasmo es evidente. «Este es el lugar donde me siento cómodo, donde me quieren y me cuidan», afirma. Criado en la comarca desde los diez años, Marini se siente «valdorrés de corazón», aunque su acento argentino lo delate. Para él, rodar en O Barco no es solo una decisión práctica, sino un tributo a un lugar que ha marcado profundamente su vida y su carrera.
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