En el corazón de Valdeorras, las mujeres rurales llevan décadas trabajando para crear y mantener espacios de apoyo y crecimiento. Las asociaciones de mujeres rurales no solo son el eje que conecta a las generaciones, sino también plataformas esenciales para el desarrollo social y económico de la comunidad. Hoy, Día Internacional de la Mujer Rural, recogemos las palabras y reflexiones de tres presidentas de asociaciones locales, quienes comparten su experiencia y los desafíos que afrontan las mujeres rurales en esta comarca.
Soledad Figueroa preside la Asociación de Mujeres Rurales de Córgomo, una agrupación que nació en los años 2000 con el objetivo de promover el encuentro y la interacción entre las mujeres de esta pequeña localidad rural. "Muchas veces en el rural las mujeres no interaccionan tanto entre ellas", comenta Soledad, y destaca cómo estas reuniones permiten un espacio donde hablar, compartir y participar en diversas actividades. La asociación ha logrado reunir a más de 200 mujeres, la mayoría mayores de 50 años, quienes encuentran en la organización un lugar para romper con el aislamiento que a menudo acompaña a la vida en zonas rurales.
María Teresa Rodríguez, presidenta de la Asociación de Mujeres Bibei, en Viana, también resalta la importancia de estos espacios como formas de interacción y apoyo mutuo. “Estamos en un sitio bastante desfavorecido, donde las mujeres tienen pocas oportunidades de salir y de hacer cosas”, explica María Teresa. Ella llegó se hizo cargo de la asociación hace siete años. En este tiempo, han organizado actividades y cursos que fomentan la convivencia y la participación activa de sus socias.
A pesar de las dificultades para atraer a más mujeres a formar parte de activa de la asociación, las actividades como el tradicional Magosto siguen siendo puntos de encuentro importantes para la comunidad. Aunque la vida ha cambiado desde los tiempos en los que la mayoría de las mujeres trabajaban en el campo, María Teresa recuerda que el trabajo de hoy sigue siendo duro y, muchas veces, invisible.
Por su parte, Felisa Da Cal Rodríguez, presidenta de la Asociación Mulleres Ruráis San Martiño de Viloira, destaca cómo la asociación ha evolucionado a lo largo de más de 20 años. “Al principio, el perfil era de gente mayor de 40 años, pero hoy tenemos muchas mujeres jóvenes que se apuntan a actividades como yoga y baile”, explica. Además de las actividades recreativas, también organizan talleres de memoria para las mujeres mayores, con el fin de mantener su agilidad mental y promover la transmisión de conocimientos tradicionales. Felisa subraya que estas iniciativas no solo preservan las tradiciones locales, como el trabajo artesanal, sino que también contribuyen a la cohesión social en el rural.
A través de estas asociaciones, las mujeres rurales en Valdeorras y Viana no solo crean redes de apoyo, sino que también afrontan juntas los retos que implica vivir en zonas rurales, desde el aislamiento social hasta la falta de oportunidades laborales. En un entorno que a menudo no les ofrece todas las herramientas necesarias, estas mujeres están construyendo un futuro más justo y más activo para sus comunidades.
