jueves. 28.03.2024
«Lo creas… o no»

Tal y como dijo en una ocasión el escritor y cineasta mexicano Guillermo Arriaga: “Con o sin éxito, crear se convierte en una adicción”. Y ciertamente, no puedo estar más de acuerdo con él en lo referente a esa acción: la que parte de algo, llamémosle idea o lo que sea, y toma forma, transformándose en una obra hasta entonces inédita, ya sea de carácter musical, pictórico, literario, arquitectónico, etcétera.

Yo, personalmente, siempre he creído que sin voluntad de trabajo, o de escurrir al seso, como se diría coloquialmente, cuesta mucho dar a luz esas ideas, y todavía más plasmarlas. Lo de invocar a las musas… algo funcionará, pero bueno, también hay gente que engulle yogures que les quitan el colesterol con más rapidez que Usain Bolt asomaba su barbilla por la foto finish, así que… un pincel no pinta si no hay una mano que lo mueva.

A lo largo de la historia, se sabe de casos de artistas prolíficos, que nunca cesan en su afán creativo, sin que por ello acabe siendo una imposición, nada más lejos, sino que responde a una necesidad. Sin duda, se debe a ese placer saciado en el momento en el que se gesta y se plasma una nueva idea. Eso sí, existen cifras que a uno le hacen palidecer hasta coger el tono del muslo de una monja de clausura. Casos como pueden ser el de Corín Tellado y sus 5000 obras… Ya pero en sesenta y pico años, que dirá alguno. Vale, sí, pero la cantidad sigue siendo de esas las que tienes que agudizar la vista y contar bien los ceros, no vaya a ser que alguno se haya movido. Pero no, has leído correctamente, son tres ceros y un cinco a la cabeza, ahí es nada.

Por eso, no es extraño que, casos como son los del canadiense Neil Young, o como el de otro padre incansable de canciones, entiéndase: Bob Dylan, que con las siete décadas a punto de darle el relevo a la octava (en el caso de Dylan, ya sobrepasa los ochenta), no parecen dispuestos a dar la jubilación a su creatividad.

Por tal motivo, siguen como tantos, empeñados en activar el córtex prefrontal para deleite de propios y extraños. Otro caso que siempre me ha parecido interesante, es el del escritor Jordi Sierra i Fabra, que empezó a escribir con ocho años y que a día de hoy, a sus 75 años sigue creando libros sin parar, cuenta con cerca de 600 obras publicadas.

Ahora que lo cito, recuerdo una de sus frases, y era que él escribía para sus amigos, no para los editores. Que si uno no aprobaba un manuscrito, se lo pasaba a otra editorial, y si no… pues se hubiese quedado sin ver la luz, pero él ya se sentía bien al haber escrito ese libro. ¿Por qué? Porque había creado otra novela. Y de esta forma, había conseguido colmar una necesidad propia, la de plasmar sus ideas en el papel.

Estoy hablando de algo tan íntimo como evocador, pero a la vez incomprendido. Añado que, es de recibo considerar el hecho de que, cualquier producto artesanal ya es de por sí una creación. Y por ello, a veces, mucha gente se lleva las manos a la cabeza cuando ven el precio de un producto elaborado a mano en cualquier tienda o puesto de artesanía.

Ya no es el valor y el mérito que tenga, aparte del arte en sí, sino que al igual que un cuadro, que una pieza musical, que un libro, etcétera… lleva un tiempo materializarlo, el cual se araña en ocasiones del reservado al sueño, además de requerir de una palpable habilidad y destreza para materializarlo. Desde que una idea nace, hasta que se trabaja en su elaboración, va una  dedicación, que en ocasiones no se ve reconocida a posteriori.

Por tal motivo, no estaría de más que, a los niños, ya desde pequeños, se les enseñase que tienen la chispa de la creatividad para algo. Que la descubran. Que se quieran y también se ignoren (a veces ocurre), pero que se miren cara a cara. Que no se dejen llevar por las tradiciones en la familia, sino por los gustos personales de cada uno. Un dato: el 99% de los autores que me gustan, ya apuntaban maneras en su infancia.

No todo tiene que ser de la A a la Z y del suspenso al aprobado.  Una asignatura libre, para que cada niño averigüe dónde se halla su punto de eclosión creativo, no sería nada descabellado. Porque tal y como dijo Jordi Sierra i Fabra, a raíz de que ya estaba bastante harto de escuchar eso de “Hijo, estudia una carrera con salida”  “¿Qué sois? ¿Una autopista o qué?” “Sed caminos de cabra. Id por dónde queráis. Sed felices”. Razón no le falta a Jordi. La creatividad te hace libre, aunque sea un rato.

Juan Álvarez López «El Letrastero»

«Lo creas… o no»