
La comarca de Valdeorras hunde su historia en las raíces del tiempo y de la propia península. Los hallazgos de restos romanos y prerromanos, hechos en su mayoría de las veces por personas voluntarias, han dejado en evidencia que la comarca siempre ha estado habitada y la gran historia que guarda esta tierra. Un hecho que debería recogerse en un museo sobre la historia del lugar, tal y como se ha solicitado en numerosas ocasiones, una reclamación que esta vez se puso de manifiesto en la inauguración de la reproducción del mosaico de La Cigarrosa que han llevado a cabo los alumnos del IES Cosme López de A Rúa.

Los profesores del centro, Carmen Díaz y Xosé Ramón Crespo fueron las personas que han dirigido este proyecto y precisamente ella señaló la necesidad de una sala en la que se expongan todos los restos arqueológicos encontrados.

Un guante que recogió el presidente del Instituto de Estudios Valdeorreses, Aurelio Blanco Trincado, uno de los colectivos que más ha reclamado este museo desde hace medio siglo y que se ha incluido en numerosos programas electorales pero nunca ha sido una realidad.

La denuncia llegó en el momento de conocer el trabajo realizado por los alumnos de hasta 15 años que a través de 20.000 teselas y horas de trabajo han reproducido el mosaico de A Cigarrosa que el grupo Os Escarbadores saco a la luz en 1979. Una pieza e data de entre los siglos III o IV y que aunque mide 4x4 la réplica del mosaico mide 1,30 por 90 centímetros con un peso mayor de tres kilos.

En el acto también estuvo e arqueólogo valdeorrés y miembro de la Real Academia de Bellas Artes, Santiago Ferrer quien dio a conocer el trabajo realizado por el grupo y explico que el mosaico es probablemente parte del suelo de una piscina de una villa romana.

Cabe recordar que este mosaico de tema marino se encontró en el un yacimiento en A Cigarrosa en Petín donde ya se descubrieran, en 1969, por el grupo “Os Escarbadores”, otros dos mosaicos con composiciones de la misma temática que revestían el fondo y las paredes de dos piscinas. De ese mismo modo, este fragmento pertenece a un mosaico que cubría una estancia cuadrangular a la que se accedía por una escalinata.

Los muros de esa estructura estaban recubiertos por un zócalo ajedrezado formado por teselas grandes de diferentes colores y la decoración del pavimento consistía en peces, almejas o delfines, colocados de modo aleatorio y con la presencia de las “moscas de agua” y los trazos ondulados para sugerir los movimientos del agua.

Probablemente el mosaico perteneció a unas infraestructuras que incluían un conjunto termal. Según el estado actual de las investigaciones, las “moscas de agua” con las que se representa el agua en este mosaico son típicas de los pavimentos musivos de Galicia. Además, este motivo ornamental podría indicar la existencia de un taller itinerante que tendría su epicentro en Lugo.

Cuando este interesante conjunto termal se descubrió y se estaba dando a conocer su importancia y significado, la zona se vio afectada por el trazado de una nueva vía de comunicación pública: el acceso centro por el margen izquierdo del río Sil. El director del Museo en aquella época, Ferro Couselo recogió los fragmentos que se pudieron recuperar, ingresándolos en las colecciones del Museo, donde recientemente fueron de nuevo restaurados. Son el único testimonio de un gran complejo termal de finales del siglo III o comienzos del IV situado en un lugar privilegiado que bien pudiera ser Forum Cigarrorum de las fuentes clásicas.
