viernes. 29.03.2024
Iria Fernandez, psicóloga del Centro Resiliencia
Iria Fernandez, psicóloga del Centro Resiliencia

Por trauma no solo se entiende cualquier situación puntual de gravedad extrema, sino también eventos de menor carga emocional que se repiten en el tiempo

Los traumas que sufrimos en la infancia, a edad temprana, acaban teniendo una repercusión en nuestra edad adulta. Por trauma no solo se entiende cualquier situación puntual de gravedad extrema, sino también eventos de menor carga emocional pero que se han ido repitiendo en el tiempo. Es decir, las situaciones repetidas en el tiempo también dejan huella. Hoy Iria Fernández, del Centro de psicología Resiliencia, nos cuenta qué tipos hay que cómo debemos tratarlos.



En primer lugar hay que tener en cuenta que hay personas que ha sido expuesta a un ambiente de malos tratos, a la negligencia, al abuso o a cualquier tipo de ambiente perjudicial en la infancia, y habrá tenido que desarrollar una serie de estrategias para sobrevivir (resiliente). Sin embargo otras veces, cuando estas personas crecen, tienden a repetir los patrones que han vivido de alguna forma en su infancia.

Por otro lado, muchas personas pueden sufrir sintomatología traumática sin haber vivido situaciones de violencia y maltrato. Miradas despectivas, comentarios dañinos, burlas, descalificaciones o situaciones que son dolorosas en forma sistemática o continuada cuando somos niños, pueden quedar marcadas en nuestra memoria generando dolor en la edad adulta o en la adolescencia, y condicionándonos en el tipo de decisiones y relaciones que mantenemos en la actualidad.

El más común es el trauma debido al abandono, la humillación o el rechazo.

¿Qué pasa con esos niños cuando son adultos?

«Es sumamente difícil vaciar esa mochila que vamos llenando conforme crecemos, pero es posible conseguir que aquello que contiene no nos limite la vida». Por ello es importante que estos problemas sean tratados para que cuando estos niños sean mayores puedan llevar una vida sana y plena.

Esto condiciona la vida adulta, ya que incide en la autoestima, en la regulación de las emociones y en la seguridad de la persona. Estos niños, si no reparan el trauma, serán adultos que evitarán las relaciones afectivas mostrándose fríos y faltos de sentimientos y empatía o por el contrario, fuertemente dependientes de una pareja, un hijo, una madre o cualquier figura que pueda darles ese vínculo que no tuvieron de pequeños.

¿Cómo se trabaja esto?

La técnica para trabajarlo se basa en que la sintomatología no deseada se produce por los traumas no procesados. Los traumas se pueden manifestar como pesadillas recurrentes, hipervigilancia, hiperactivación, malestar psicológico, reexperimentaciones del suceso (flashbacks),  evitación acusada de estímulos que le recuerdan al trauma o, incluso, la restricción afectiva a la par que profundos efectos en la salud física derivados de todo este desgaste que, en ocasiones, se busca compensar mediante la ingesta de sustancias.

¿Qué son y por qué se generan los traumas infantiles?