
Un año más —y ya van siete— la Bodega Joaquín Rebolledo abrió sus puertas para una experiencia singular que combinó concierto y cena en un aforo limitado a solo 25 personas. Música, vino y gastronomía se entrelazaron en un enclave privilegiado de Valdeorras, cuya acústica natural y belleza arquitectónica convierten la cueva en un escenario ideal para este tipo de encuentros.

«Llevamos haciéndolo desde el año 2018, en colaboración con la Fundación Vicente Risco», explicaba José Ramón Rodríguez Castellanos, codirector desde 2019 de esta bodega familiar con una de las trayectorias vitivinícolas más antiguas de la región. «Se trata de unir música, arquitectura —porque la cueva es superchula para hacer estos eventos— y vino».

Este año, los protagonistas musicales fueron el percusionista Ton Risco y el pianista Abe Rábade. Durante el concierto, este último no solo interpretó, sino que compartió con el público reflexiones lúcidas y profundas sobre la música, el diálogo artístico y el jazz como lenguaje vivo.
Antes de continuar con el siguiente tema, Rábade se detuvo para rendir homenaje a su compañero de escenario:«Antes de seguir tocando outro pouquiño, un aplauso para Ton Risco. Devolverlle as flores que, son ben merecidas, para poñer en valor o seu perfil —o perfil verdadeiramente único— o perfil Ton Risco, que é un perfil que verdadeiramente admiro».

Así, describió a Risco como una figura artística de gran amplitud y curiosidad musical: «É unha manifestación artística. Pero, concretamente, estamos falando de música. Risco é o perfil dunha persoa con intereses súper diversos na música: desde a música clásica á música de autor, ata a percusión, a batería, o traballo coas láminas...».

Mencionó sus colaboraciones con artistas como la cantautora Antía Núñez —a quien definió con ternura como «nosa querida»— y recordó con humor y afecto que incluso ha sido convocado por músicos de la talla de Jorge Pardo: «Ata ao punto de ser chamado por xente tan ilustre como o señor Jorge Pardo, que nos monta a réquer, sen máis… nos monta a cárcel».

Más allá del elogio personal, Rábade situó el concierto en una tradición musical donde el dúo se convierte en un laboratorio de escucha y creación. Recordó las raíces del formato en figuras como Chick Corea y Gary Burton: «Este dúo —este formato— está fundado nun gran foro, en grandes nomes como Chick Corea e Gary Burton. Eu sempre que teño ocasión de traballarte tet a tet co instrumento harmónico, síntome moi identificado coa causa musical nese contexto».
Y entonces, en uno de los momentos más memorables de la velada, compartió su visión del jazz como un arte en permanente construcción: «Porque hai un toma e daca moi interesante, especialmente tratándose de jazz. Xa o estades notando: tratándose dun xénero que, máis que un xénero, é unha forma de entender a música. Eu sempre poño a metáfora de que o jazz é coma unha ponte que vas camiñando mentres a constrúes. Non está feita a ponte de antemán: hai estruturas, hai ferramentas… pero a ponte fáise andando».

El relato se volvió casi confesional cuando recordó colaboraciones recientes con otros músicos: «Topas con alguén, pasan cousas nese momento —coma co guitarrista David Nietzsche, con quen estivemos fai unhas semanas— pois é unha gozada, porque de repente os temas que tocamos son vehículos para darlles forma, para moldealos en tempo real».
Y cerró sus palabras con un deseo sencillo, honesto: «Espero que algo disto que vos estou contando vos estea chegando… espero que si. Para min, sempre é unha serie de acción facer música, é un sentido de tantísimo talento… máis».