
La última campaña de la vendimia de uva godello concluyó en Valdeorras con más de 6,5 millones de kilos de uva recogidos, lo que permitió producir alrededor de 4,5 millones de litros de vino según detallaron los técnicos del Consejo Regulador. Una cifra que prueba cómo esta uva típica de la comarca de Valdeorras se ha puesto de moda.
Y es que en los años 70 la comarca producía entre veinte y treinta mil kilos anuales, y ahora la cifra llega a 4,5 millones de kilos, con un crecimiento de un millón anual. Una cifra nada desdeñable que también afecta al precio de la hectárea de viñedo. Mientras que a comienzos de los años 2000 la venta de una hectárea con derechos de viñedo era de 30.000 euros, diez años después costaba el doble. Cifras que subrayan la importancia que ha cogido esta uva que, aunque se produce en otras denominaciones de origen, se lleva la palma en la actualidad cuando la falta de oferta y la llegada de grandes bodegas interesadas en producir el vino de moda han subido los precios. La estructura minifundista del campo gallego se suma a las causas de estos incrementos.
Es curioso como la uva godello, hace cuarenta años, estaba prácticamente desaparecida. Una plaga de filoxera, esa que comenzó en Oporto, acabo con los viñedos que cayeron en desuso y, la emigración de los descendientes hizo que las tierras se abandonaran.
Fue a finales de los años 80 del siglo XIX cuando la plaga llego a Valdeorras. Tan importante fue que los vecinos de la comarca enviaron una carta al entonces presidente del gobierno, Canovas del Castillo. En la misiva explican que “la región valdeorresa de ordinario un millón de cántaros de vino, y hoy, triste es decirlo, queda reducido a la milésima parte; pero en el año próximo no nos quedará muestra de lo que aquí constituía nuestro bienestar y nuestra alimentación”.
Un vino al que no freno en ese momento ese bichito que acababa con las plantas puesto que los viticultores viajaron a la exposición universal de Paris en 1889 de donde vuelven con varios premios para sus caldos —cabe recordar que Ricardo Gurriarán se planto en pleno París con un frondoso castaño—. Fue él mismo quien envió a sus hijos al continente americano por otro tipo de uva resistente a la filoxera y así llegó a la comarca la mencía, la garnacha tintorera y la palomino.
Fue en los años 70 del pasado siglo cuando la Oficina de Extensión Agraria impulso el proyecto Revival; recuperación de viñedos de Valdeorras. Al frente del mismo, el leonés Horacio Fernández Presa comenzó a conocer esta uva, delicada y a la que se merece dedicación que todavía se conservaba para consumo familiar. La oficina realizó la selección de las cepas que quedaban y se empezaron a injertar.
No fue fácil convencer a los valdeorreses, acostumbrados a la cantidad frente a la calidad. Pero algunos bodegueros, como Godeval, Joaquín Rebolledo y Guitián vieron la oportunidad y, junto a otros empresarios venidos de La Rioja, se volcaron en esta uva que ahora vuelve loco al mundo.
Así comenzó la “reconquista” del godello, que ha vuelto fuerte y lo hace viajando por todo el mundo, con Reino Unido como principal comprador. Valdeorras viaja, de manera internacional, gracias a su uva.