Seis vecinos son los que viven habitualmente en la pequeña aldea de Alvaredos, en Quiroga. Un ambiente tranquilo, con calles llenas de historia y una tierra muy especial que nutre a las viñas de un estilo peculiar. Una escena totalmente contraria a la que uno se encuentra en Nueva Jersey, (EE.UU) donde pocos tienen tiempo para pararse a admirar un racimo de uvas, algo que Antonio López sí ha sabido hacer uniendo las dos dualidades de sus tierras.

Este quirogués lleva más de cuatro décadas viviendo en Estados Unidos, pero nunca se ha olvidado de su tierra gallega a la que se siente muy unido. Por eso decidió retomar el legado de su abuelo y volver a cuidar las viñas familiares donde el godello, la mencía y la garnacha tintorera sacaban lo mejor del suelo que toda su familia había trabajado.

Pero como su vida, Alvaredos tenía que estar presente, pero también su acento americano. Así llego el prestigioso enólogo Paul Hobbs a quien le entusiasmo el proyecto y decidió unirse para crear la bodega Alvaredos Hobbs que se ubica en los terrenos familiares que Antonio recuperó. “Mi madre vive al lado de la bodega, en esta placita tenemos todo”, señala con entusiasmo durante la celebración de una fiesta con amigos, vecinos y proveedores. Una fiesta de Navidad pero también de celebración y de exaltación que pone énfasis en el importante vínculo entre la tradición y la modernidad.

Cecilia Fernández, enóloga de la bodega subraya la importancia del pueblo para la creación de sus vinos. “Queremos devolverle a los vecinos su generosidad y por eso hemos decorado el pueblo de Navidad”, señala. La familia de Antonio solía pasar las fiestas navideñas en Estados Unidos pero este año la celebración se ha trasladado a Quiroga, abriendo la misma a todos los que aportan algo para que sus vinos se cuelen en las listas de mejores del mundo.

Y es que los vecinos han hecho que las calles de esta aldea sean mágicas. No solo por su decoración navideña sino también por las esculturas que adornan todas las esquinas y realizadas por su particular Banksy aldeano que no duda en reflejar la belleza en su pueblo.

Un pueblo que Antonio nunca perdió a pesar de irse con 12 años. “Volvía todos los veranos, estaba aquí dos o tres meses y tenía dos grupos de amigos: los americanos y los de aquí”, apunta. Una historia que ahora quiere repetir con su nieto.

Así, Cecilia pasea por estas calles mientras relata la calidad de la vendimia de este año. “La planta necesitaba agua y la lluvia de finales de septiembre vino muy bien para madurar la mencía”, Advierte aunque la bodega también trabaja godello, loureira y garnacha tintorera.

Son varios los vinos que realizan: Alvaredos Hobbs Godello, Alvaredos Hobbs Mencía así como un proyecto de Mencía garnacha. “Y también tenemos, fuera de la DO, un tinto cruzado con palomino” destaca.

Ahora, Alvaredos es una pequeña aldea que esconde el corazón de estos vinos con acento americano.