
A veces, lo que parece un final es solo un principio. Ignacio Vilar, cineasta nacido en Petín, ha donado al Instituto de Estudios Valdeorreses (IEV) más de mil libros que lo han acompañado a lo largo de su vida. Muchos fueron brújula en el proceso de creación de películas como A esmorga, Pradolongo o María Solinha. Este sábado, recibirá un homenaje por esa generosidad. Pero él no se detiene ahí. En lugar de hablar de legado, habla de futuro: propone que este fondo sea la semilla de una escuela de cine en Valdeorras.
La colección, ya integrada en los fondos del IEV, incluye 1.100 volúmenes sobre dirección, guion, interpretación, análisis cinematográfico o historia del arte. «Todos foron parte da miña vida e da construción das películas. Grazas a eles, esas historias existen», explica. Ahora, esos libros quedan a disposición de quien quiera aprender, investigar o simplemente dejarse inspirar.
Pero Vilar quiere más. Sueña con compartir lo que ha aprendido con la gente de su tierra, desde los más jóvenes hasta los mayores. «Temos métodos para ensinar a quen queira ser actriz, actor, directora… E tamén facemos cursos para filmar e montar co móbil, que gustan moito entre xente maior. Para min é unha delicia ver como descobren un mundo novo e empezan a contar as súas historias».
El germen de su vocación también nació en Valdeorras, en la aldea de Castrofoia. No en una gran sala, sino frente al fuego. «As primeiras historias que escoitei foron arredor da lareira. Cando fun ao cine por primeira vez, no Avenida da Rúa, e se apagaron as luces, sentín que seguía na casa. A luz era o lume, a escuridade era a mesma… Desde entón quixen manter ese lume aceso contando historias no noso idioma».
Asegura que el cine le salvó la vida. «Fago cine por non pagar un psicanalista», dice con media sonrisa. Pero detrás hay convicción: «O cine é un salvavidas, permíteche vivir intensamente e de acordo co teu entorno, co teu país».
Y tiene claro que también puede ser una forma de defender lo propio. «Os americanos tiveron claro que o cine era unha gran pantalla para ensinar o seu país. Aquí moita xente coñece o Gran Cañón do Colorado, pero non Penatrebinca, que está aquí ao lado». Por eso quiso que Pradolongo mostrara las montañas, los viñedos y los rostros de Valdeorras.
Ahora trabaja en una película sobre María Casares, la actriz gallega exiliada tras el golpe de 1936. La admira como a Rosalía o Castelao. «Tamén lles debemos unha película», dice.
El homenaje que recibirá este sábado a las 12.30 horas en la Casa Grande de Viloira es un gesto de gratitud. Pero Ignacio Vilar no lo vive como un cierre, sino como un punto de partida. La biblioteca ya está allí. La idea de una escuela empieza a rodar. «O sábado haberá viño e petiscos», dice. Pero, sobre todo, habrá será una chispa encendida. Como aquella que iluminaba la lareira de su infancia. Como el primer fogonazo de un proyector cuando empieza la película.
Puedes escuchar la entrevista completa aquí: