Efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) trabajan ya en O Barco de Valdeorras, donde refuerzan la defensa de los pueblos amenazados por el gran incendio que desde el jueves arrasa la comarca. En Outarelo, una de las zonas en riesgo, personal de la UME nos explica cómo se organizan para contener el fuego y evitar que alcance las viviendas.
«Nos mandan desde la dirección de extinción porque se viene el frente. Primero entramos en Vilanova, pensando que podía venir más fuerte por allí, pero al abrirse por el viento decidimos ampliar el radio de acción hasta este pueblo», relataba.
El procedimiento que aplican consiste en realizar una quema de ensanche: «El fuego viene cuesta abajo y con el viento en contra, así que avanza más despacio. Es una oportunidad de oro para quemar el pasto bajo y que, cuando lleguen las llamas, se encuentren con terreno ya limpio y no puedan avanzar».
Además de estas quemas controladas, los efectivos despliegan tendidos de agua «para apagar cualquier pavesa o foco secundario» que pueda iniciarse cerca de las casas. «Así se trabaja siempre cuando se protegen pueblos; en monte abierto tratamos de frenarlo donde podemos, pero aquí lo importante es asegurar los núcleos habitados», añade.
El operativo de la UME se suma al esfuerzo de brigadas, bomberos y Guardia Civil y numerosos voluntarios, que desde hace cuatro días combaten un incendio que ha afectado a Larouco, O Bolo, Petín y A Rúa, mantiene asediado a Vilamartín y amenaza O Barco por dos frentes con al menos cuatro pueblos desalojados (Fervenza, Cesures, Santa Mariña y Forcadela) y llega ya hasta Rubiá.
El balance provisional de daños deja más de 6.000 hectáreas hasta el momento calcinadas, casas arrasadas, ingresos por inhalación de humo, problemas en la recogida de basura de varios pueblos de la comarca y agua no potable en A Rúa, Petín y Vilamartin, donde han habilitado puntos de recogida de agua embotellada en distintos puntos.