
El campo nunca descansa, y febrero marca el inicio de uno de los trabajos agrícolas más importantes del año: la siembra de patatas. Carlos Terán, de Agricentro Terán, explica que este mes supone el punto de partida de una labor clave para los agricultores, que ya preparan los terrenos con encalados y abonos para garantizar una cosecha de calidad en verano.
En Valdeorras, la siembra de patata comienza en los primeros días de febrero, aunque las fechas varían en función del clima y del tipo de suelo. «En las zonas altas y de secano se adelanta un poco, mientras que en las áreas de regadío se retrasa», explica Terán. Antes de plantar, es fundamental preparar bien la tierra, un proceso que comienza con la aplicación de cal y fertilizantes, ya sean orgánicos o minerales.
En los últimos años, los agricultores han sustituido la tradicional cal agrícola por versiones granuladas, más eficaces y de absorción inmediata. «Antes se tardaban meses en notar el efecto de la cal en el suelo, pero ahora se puede ver la diferencia en la misma campaña», señala.
¿Qué patatas se cultivan en Valdeorras?
En Galicia, la patata blanca sigue siendo la favorita, especialmente la variedad Kennebec. «Es una patata versátil, sirve tanto para cocer como para freír, y eso es lo que busca la mayoría de la gente», comenta Terán. Sin embargo, la Kennebec es también una de las variedades más sensibles a las condiciones climáticas. «Es como una esponja: todo lo que pasa durante el cultivo, lo absorbe», lo que puede derivar en problemas de producción, manchas o malformaciones.
Para evitar estos riesgos, cada vez más agricultores optan por variedades más resistentes, como la Daifla o la Frisia, que ofrecen mejor rendimiento sin perder calidad. También hay quienes apuestan por la patata de piel roja, como la Redpondia, que aunque tiene una vida útil más corta, es una opción temprana para el mercado.
A pesar de estas alternativas, en Valdeorras sigue existiendo cierta resistencia a la patata amarilla, aunque su uso es habitual en la industria de las patatas fritas. «La Baraka y la Désirée, que son de carne amarilla, se utilizan en las bolsas de aperitivo que consumimos con la cerveza y el vermut, pero aquí la gente sigue prefiriendo la blanca», dice Terán.
Una plaga silenciosa: los ratones se multiplican en el campo y en las casas
Además de estar pendientes de la siembra, agricultores y vecinos de zonas rurales deben hacer frente a otro problema creciente: la plaga de ratones. «Por cada ratón que ves, hay 20 escondidos», advierte Terán. Este aumento de roedores se ha hecho especialmente visible en invierno, afectando tanto a los cultivos como a las viviendas.

«Lo que ocurre es que muchas veces la gente actúa tarde. No ponen veneno ni trampas hasta que ven un ratón, pero cuando eso sucede, la plaga ya está extendida», explica. Para evitar infestaciones, en Agricentro recomiendan una estrategia de prevención constante, con cebos y trampas estratégicamente colocadas en almacenes, casas y terrenos.
Sin embargo, el control de estos animales se ha vuelto más complicado en los últimos años debido a la normativa europea, que ha reducido la cantidad de veneno permitida en los raticidas. «Antes bastaba con una pequeña cantidad, ahora necesitan ingerir más dosis para que haga efecto», señala, aunque el lado positivo es que estos raticidas no son perjudiciales para las mascotas.
Aun así, existen alternativas al veneno, como trampas adhesivas o cebos, pero el problema sigue latente. «Si no se toman medidas preventivas, los ratones se multiplican rápido. No es un problema menor, porque pueden causar daños en los cultivos y en los alimentos almacenados».
Por eso, Terán recomienda probar diferentes alternativas hasta encontrar la que mejor se adapta a cada caso concreto.