Lo dice Alfredo Vázquez Seijido, gerente de la cooperativa Vinos Barco, desde la experiencia de quien conoce bien esta feria porque la ha vivido desde el principio. Cree que ha llegado el momento de darle una vuelta: más actividades, más propuestas gastronómicas, más música, más razones para que el visitante no se limite a probar dos vinos y marcharse. «La feria tiene que ser una experiencia completa», asegura.
Vázquez lleva años al frente de la cooperativa Vinos Barco y ha recorrido numerosas ferias y eventos de este tipo. Además, la cooperativa que dirige ha estado presente en las 26 ediciones de la Feira do Viño de Valdeorras, desde aquella primera en 1997 hasta esta que se celebra este fin de semana en la Casa Grande de Viloira. Ni una ausencia. Compromiso absoluto.
Fundada en 1958, la cooperativa Vinos Barco es una de las bodegas más representativas de la comarca. Reúne a más de 300 socios y es un ejemplo de cómo combinar tradición e innovación sin perder el alma colectiva. Cada vendimia, cada botella, es el fruto del trabajo de muchas familias.
Este año llegan a la feria con un vino que rompe esquemas: Vibar, un godello fermentado en depósitos de granito. El nombre —acrónimo de VI-nos del BAR-co— no es solo un juego de palabras, es una declaración de intenciones. Una apuesta por lo propio, por lo diferente, por el futuro sin renunciar al origen. Es un vino con estructura, volumen y mineralidad, que muestra el potencial del godello más allá de su versión joven y afrutada.
Pero eso no significa que renuncien a sus clásicos. También estarán presentes sus godellos jóvenes y, por supuesto, el mencía, que defienden con firmeza en un mercado cada vez más inclinado hacia el blanco. «El godello está en auge gracias a muchos factores: el cambio climático, el gusto de los jóvenes por vinos más frescos, el protagonismo creciente de la mujer en el mundo del vino… Pero el mencía sigue siendo parte de nuestra identidad», explica Vázquez Seijido.
Hay un punto que les preocupa: el precio del godello, cada vez más elevado. «Es una uva delicada, costosa de trabajar. Pero si el precio se dispara demasiado, puede perder cercanía con el consumidor. Hay que buscar el equilibrio entre calidad y accesibilidad».
Y mientras tanto, en la feria, ellos estarán como siempre. En su caseta, compartiendo copas, conversación y orgullo por una comarca que sigue creciendo.
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