viernes. 19.04.2024

El Concello de O Barco quiere que sus vecinos más pequeños ganen autonomía y “vayan 'solos' al colegio caminando, a partir de cierta edad”, motivo por el cual desde las concellarías de Educación y Medio Ambiente llevan tiempo preparando un plan de rutas escolares que “se pondrá en marcha en fase de prueba antes de que acabe este curso en uno de los centros de la villa, el Condesa de Fenosa, en el mes de mayo o junio”. Así lo cuenta el alcalde de O Barco, Alfredo García, convencido de las ventajas de la iniciativa.

Ir a clase “solos” permitirá, según el regidor barquense, “que los niños y niñas tomen pequeñas decisiones por ellos mismos, algo fundamental en su desarrollo y personalidad”. Además, “estaremos contribuyendo a su desarrollo físico evitando el sedentarismo”, tan problemático en nuestra sociedad. Hoy en día, “los niños van y vienen de casa al colegio siempre en coche y muchos no realizan actividades que les permitan moverse”, explica.

Una tercera ventaja la atribuye García a la reducción de la contaminación puesto que se usarán menos coches y por lo tanto se reducirá la polución. De esta forma, a las puertas de los colegios no se concentrarán la cantidad de vehículos que lo hacen ahora, “un auténtico quebradero de cabeza” para el Concello que les obliga a tener policías locales apostados en cada centro.

Tras la idea inicial, queda ahora el arduo trabajo de diseño de rutas en conjunto con la Policía Local, “que se realizará siempre consultando a las familias”, apunta. “Tendremos que ver quién encabezará las rutas y cómo podemos echar una mano a los pequeños en ese caminar juntos”. Para el alcalde, ir al colegio caminando es “algo que hay que recuperar, porque O Barco no es un sitio hostil ni peligroso a su juicio, y los padres “no deben tener miedo a que les pase nada a sus hijos si la ruta está bien trazada, vigilada y los niños acompañados”.

La opinión de los progenitores

La idea parece haber gustado a la mayoría de los padres y madres consultados por este medio, aunque a todos ellos les parece una difícil tarea en la que hay que conjugar muchos agentes para que salga bien. A María, educadora y madre de una niña de 9 años, la experiencia le dice que “es mucho niño junto y se suelen despistar”, algo que deberían tener en cuenta a la hora de asignar un número de adultos que se haga cargo. A la vez reconoce que “ahora somos más miedicas” con nuestros hijos que antes porque en la sociedad actual “nadie mira por nadie”.

Eso de ir “juntos”, para Jesús, padre de dos niños y uno cursando Infantil, debería especificarse, para que no termine convirtiéndose en un “juntos y revueltos”. Explica que, viviendo en la calle Manuel Quiroga de O Barco donde hay bastante tráfico, un grupo muy numeroso de niños podría suponer un problema, “y cualquier despiste o empujón podría terminar en una salida a la carretera”.

Lo mismo opina Juan, padre de una bebé y una niña de 3 años, que ve inconvenientes a la hora de establecer una ratio de adultos por niño, pero cree igualmente que podría funcionar “si las rutas se dirigen por sitios con el tráfico más reducido, por ejemplo hacia el Paseo del Malecón”. El tráfico también le preocupa a Natalia, madre de una niña de 3 años, que explica que en Pontevedra existen estas rutas y funcionan desde hace unos años, pero allí “el tráfico rodado está muy controlado, se circula a velocidad reducida y controlada, algo que en O Barco no ocurre, en muchas zonas conducen a lo loco y no hay suficiente control”.

Interesante le resulta también a Cecilia, madre de una niña que todavía no está en edad escolar, que también se acuerda de la misma iniciativa puesta en marcha hace dos años en A Coruña, “con itinerarios marcados por toda la ciudad con ranitas verdes”. Y a Antonio, entrenador deportivo y padre de dos niños de 8 y 10 años, que “bien coordinado con la Policía Local, con charlas que informen a todas las partes implicadas” puede dar buen resultado.

Algunos progenitores señalan además la comodidad de que sus hijos puedan esperar a la ruta y puedan ir “solos” al cole cuando los horarios de entrada de los niños y los suyos propios al trabajo, son muy cercanos en el tiempo. Para Jennifer, madre de un niño de 4 años, le resulta fácil llevarlo a él primero al cole y después entrar a trabajar en horario comercial, pero entiende que “haya madres y padres que tienen que entrar antes en sus trabajos y lo más fácil a esas horas, es coger el coche”. Posiblemente, les resultaría más cómodo que sus hijos fuesen en una ruta, pero no ve la forma de organizarlo.

Lo mismo le ocurre a Nerea, madre de un niño de 3 años, para quien “la idea es muy buena pero creo que muy difícil de llevar a cabo”, por la conjugación de tantos factores y casos distintos. Por ello también hay progenitores como Lina, madre de una niña de 5 años, que no ve factible la idea y rotundamente dice no a las rutas escolares optando por llevar ella misma su hija al colegio “mientras vaya a primaria”.

Y es que la edad, como apunta Jennifer, es algo que no se puede “generalizar porque no es bueno, porque cada niño tiene su madurez”. Por ello “los habrá con 6 años preparados para echarse a caminar, y con 10 que todavía no lo estén” explica Raquel, madre de dos niñas, una de ellas en edad escolar.

Hay madres y padres que recuerdan sus años de colegio y la única opción de ir caminando a clase. Lo hacían con compañeros de su misma edad, sin ningún adulto, como Sonia, madre de un niño de 3 años, que con 7 se unía a un grupo de niños y niñas todas las mañanas. O como Cristina, madre de dos niñas de 4 y 12 años, que recuerda “ir caminando a todos lados” algo que de reproducirlo ahora con las nuevas rutas, permitiría a los chavales “crecer en todos los sentidos, hacerse responsables de esperar al compañero, estar atentos a los demás, ser más autónomos”.

Lo que está claro es que, con organización, planificación y colaboración por todas las partes implicadas, como dice Natalia, “si funciona en otros lugares no veo por qué no va a hacerlo aquí”.

Al cole "solos" y caminando