lunes. 02.06.2025

El fiscal apunta al móvil económico en el crimen de O Barco: «Leticia Magalí generó envidias en un mundo que mueve mucho dinero»

El Ministerio Público y la acusación particular han pedido penas que van de los doce a los veinte años de prisión, por un delito de homicidio —y de asesinato en el caso de la acusación particular— para la acusada en el primer día de los cinco que ha reservado la Audiencia Provincial de Ourense
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El fiscal apunta al móvil económico en el crimen de O Barco: «Leticia Magalí generó envidias en un mundo que mueve mucho dinero»

Leticia Sanabiria tenía 29 años, era de nacionalidad paraguaya y residía en O Barco de Valdeorras. El 10 de septiembre de 2021 fue hallada sin vida en el piso que compartía con otra mujer. Su cuerpo presentaba signos de violencia, y la autopsia confirmó que murió por asfixia. Casi dos años y medio después, este lunes 24 de marzo, ha comenzado el juicio con jurado popular contra la única acusada: su compañera de piso, Fátima, de nacionalidad nigeriana, que permanece en prisión provisional desde noviembre de ese año.

Durante la primera jornada, tanto la Fiscalía como la acusación particular apuntaron a un posible móvil económico detrás del crimen. Según expusieron, Fátima mantenía una relación de dominio sobre Leticia y le debía dinero. La describieron como una persona «violenta», «manipuladora» y «dominante», en contraste con la víctima, a quien calificaron de «amable» y «buena».

El Ministerio Público solicita doce años de prisión por un delito de homicidio y una indemnización de 150.000 euros para la familia de la joven. Por su parte, la acusación particular reclama veinte años por asesinato, o catorce si se considera que hubo homicidio con alevosía.

«Fátima soportaba muchos gastos, de un piso en Madrid, consumía drogas y jugaba a las tragaperras», explicó Sonia Jiménez, abogada de la acusación particular, que representa a la hermana de Leticia. Una actitud que, según dijo, contrastaba con la de la joven paraguaya, que «ahorraba para enviar dinero a su familia en Paraguay».

El fiscal, Miguel Ruiz, también subrayó el componente económico del caso: «Vamos a hablar de la prostitución, de la gran cantidad de dinero que mueve», señaló al jurado. A su juicio, la acusada envidiaba a Leticia por su éxito con los clientes y por su forma de ser. «En un mundo que mueve mucho dinero, Leticia generó envidias. Era una chica amable que se llevó mucha clientela», sostuvo.

La hermana de la víctima declaró que Fátima ejercía un control sobre ella. «Dominaba a mi hermana», aseguró. Recordó un enfrentamiento tras una negativa de Leticia a atender a un cliente: «Vino Fátima y me empujó».

La letrada de la acusación particular calificó el crimen de «premeditado, a traición y sin que Leticia pudiera defenderse en ningún momento». Añadió que, tras la muerte, desaparecieron los dos teléfonos móviles de la víctima y el dinero que guardaba en su habitación. También destacó que la acusada tiene antecedentes por agresión.

La defensa, por su parte, negó cualquier implicación de Fátima en los hechos. «No hay ni una sola prueba que la incrimine», afirmó su abogado. Sostuvo que la acusación se basa únicamente en «el dibujo» de una historia y defendió que «el único delito que ha cometido es estar en el mismo domicilio».

El letrado pidió al jurado «rigor» y que analice «concienzudamente» todas las pruebas antes de emitir un veredicto. Aseguró que en la fase de instrucción «algunos testigos han ocultado cosas» para evitar ser señalados.

Este martes 25 de marzo, está previsto que declaren numerosos testigos del entorno de la víctima, entre ellos una compañera de trabajo que inicialmente estuvo imputada como coautora. Finalmente lo hará como testigo, después de que se descartara que estuviera en el piso en el momento del crimen.


 

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