El destino lo puso en su camino aunque era una “espinita” que tenía clavada. Xocas Paradelo hacía cola de pequeño para llevar a los cabezudos y siempre soñaba con portar las calantoronias.
Algo que con los años se convirtió en realidad. Un día, no contaba con ello, y cuando pasó por delante de donde el Rey y la Reina se resguardan, de lo propusieron.
Desde entonces han pasado 10 años y él nunca ha faltado a la cita. Y asegura que mientras pueda, no lo hará. Es un compromiso con la Fiesta del Cristo, con sus calantornias y con su pueblo.
Ahora su deseo es que siga la tradición, que haya más calantornias y, sobre todo, que haya más gente que se anime a portarlas. No es fácil, pero merece la pena.