
La vendimia en Valdeorras ha comenzado oficialmente este jueves, 21 de agosto, en la finca de A Portela (Vilamartín de Valdeorras), de la mano de la Bodega Valdesil, con sede en Córgomo.
La recogida se ha iniciado con las primeras uvas de godello, destinadas a elaborar uno de los vinos más singulares y con mayor tradición de Galicia: el tostado.
El gerente de la bodega, Raúl Prada, reconocía a pie de viña que «estamos hablando de una vendimia milagrosa. Hemos sufrido unos incendios absolutamente catastróficos hace apenas una semana y, la anterior, temperaturas extremas. La viña nos ha regalado estos racimos preciosos, un verdadero tesoro en un contexto tan catastrófico».

El tostado, un vino único y laborioso
Las uvas recogidas en A Portela se emplearán en la elaboración del vino tostado, un dulce prácticamente desaparecido que Valdesil ha recuperado. El proceso es exigente: se seleccionan racimos perfectos y se cuelgan a mano en la bodega durante un mes, hasta que se pasifican lentamente. «El año pasado colgamos algo más de mil kilos de uva y obtuvimos apenas 130 litros», explica Prada, para ilustrar lo costoso del procedimiento.
Aunque en su origen este vino se reservaba para ocasiones especiales, hoy el tostado ha encontrado nuevas armonías gastronómicas, ya no se asocia únicamente al postre. Su perfil versátil le permite acompañar desde quesos azules hasta mariscos.
La versatilidad del godello
Más allá del tostado, el godello se ha consolidado como la uva que define a Valdeorras. «Hoy elaboramos hasta siete perfiles distintos con la misma variedad: vinos jóvenes, sobre lías, crianzas en barrica o en hormigón…», enumera el gerente de Valdesil. Esa diversidad no es casual, sino fruto de la riqueza geológica y climática de la comarca.

Esa capacidad de adaptación se debe a la riqueza geológica y climática del valle: «En Valdeorras tenemos suelos de pizarra, esquisto, granito o caliza, además de una gran diversidad de microclimas generados por los afluentes del Sil».
«Cada finca tiene su identidad propia y nuestro trabajo consiste en hacer un traje a medida para cada viñedo», afirma Prada. De ahí surgen vinos de finca capaces de expresar con fidelidad el carácter único de cada parcela.

Una comarca marcada por los incendios
El inicio de la vendimia está inevitablemente marcado por los incendios forestales que han devastado más de 30.000 hectáreas en la comarca. Aunque las viñas resistieron, el humo puede dejar huella en la calidad de la uva. «El viñedo no se quema, pero convive en un contexto medioambiental que ha quedado arrasado. Es vital recuperar la biodiversidad. A la hora de elaborar, tenemos que ser muy rigurosos en la selección para evitar defectos organolépticos», explica el gerente de Valdesil.

Prada añade que la experiencia de anteriores incendios, como el de 2022, les ha enseñado a aplicar técnicas en bodega para minimizar la presencia de compuestos derivados del humo. «El esfuerzo es enorme, pero hemos conseguido eliminar al cien por cien esos defectos en el vino final», asegura.
Exportaciones y aranceles
El éxito del godello ha traspasado fronteras y Valdesil fue una de las primeras bodegas en exportar esta variedad a Estados Unidos, hoy uno de sus principales mercados junto con Reino Unido y Alemania.
«Llevamos ya cuatro generaciones dedicadas a la viticultura y nos hemos tenido que adaptar a todo tipo de situaciones. Los aranceles nos afectan, pero también nos fortalecen. El godello no es una moda casual, es el resultado de un terroir único que no se puede trasladar a ningún otro lugar del mundo», subraya Prada.

Entre raíces y futuro
Con raíces familiares tanto en Portela como en Córgomo, la bodega sigue cultivando algunas de las viñas más antiguas de la denominación. Entre ellas destaca el viñedo de Pedrouzos —plantado en 1885 por su bisabuelo, José Ramón Gayoso—, considerado el primero de godello en la historia. «Es un verdadero tesoro que vendimiaremos mañana», adelantaba Prada.
Pese a las dificultades, el mensaje es de optimismo. «Quiero enviar un mensaje de gratitud infinita a quienes se dejaron la piel para controlar los incendios y de ánimo a todos los viticultores de Valdeorras. Tenemos por delante una vendimia en un contexto inesperado, pero seguimos aquí porque amamos lo que tenemos: nuestras viñas», concluía.

En cada racimo de godello recogido en A Portela late la memoria de generaciones y el pulso de una comarca que ha hecho de su vino un emblema cultural. El milagro de esta vendimia no es solo la resistencia de la viña, sino la certeza de que el vino es, en Valdeorras, una forma de vida.
