lunes. 28.07.2025

Un nuevo ataque de lobos en O Bolo reaviva la preocupación de los ganaderos

El ganadero, que desde septiembre ha perdido 18 ovejas por ataques del lobo, lamente la falta de medidas de la Xunta
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Un nuevo ataque de lobos en O Bolo reaviva la preocupación de los ganaderos

José Manuel Méndez ha vuelto a contar pérdidas. Su rebaño de ovejas en O Bolo ha sido víctima, una vez más, de un ataque de lobos. Según explica, no es un hecho aislado: desde septiembre ha sufrido ya siete episodios similares. «Pensé que con la caza en diciembre se calmaría la cosa, pero no. Los lobos no tienen miedo, tienen hambre», afirma. Ya ha perdido 18 ovejas.

A las bajas directas se suman otras consecuencias que no siempre se tienen en cuenta, como los abortos o la pérdida de leche en las ovejas debido al estrés. «Cada oveja que pierdes deja de tener una o dos crías al año», explica. Los efectos no se limitan al momento del ataque: el trauma altera el comportamiento de los animales y puede comprometer su productividad durante años.

El ganadero lamenta la falta de soluciones efectivas y critica que, tras una sentencia, se hayan paralizado las batidas controladas. «Los que hacen las leyes están sentados con aire acondicionado y no saben lo que hay fuera. Si tanto quieren a los lobos, que les den de comer como hacemos nosotros con nuestros perros», ironiza con amargura.

Méndez señala que las medidas de protección disponibles, como el cercado eléctrico, no son viables para todos. En su caso, llegó a instalar uno, pero le robaron el pastor eléctrico y la placa solar. «No es el trabajo de pastorear, es andar moviendo aparatos», señala.

Además, denuncia que las ayudas por ataques no compensan las pérdidas reales. «Las dos últimas ovejas que me mataron tenían tres años. Les quedaban al menos seis años de cría. Eso no te lo pagan. Tienes que hacer papeles, informes, esperar meses… y al final pierdes tiempo y dinero», explica.

Para él, la solución pasa por una gestión territorial del lobo, adaptada a la realidad de cada zona. «No puede ser que se haga una ley igual para Andalucía, donde no hay lobos, y para Galicia o Castilla y León. Hay que pisar el campo antes de legislar desde un despacho», concluye.

Mientras tanto, los ganaderos como él siguen atrapados en lo que considera un «círculo que no se detiene»: se fomenta el lobo, se pagan daños, se recría ganado… y el problema continúa.

Un nuevo ataque de lobos en O Bolo reaviva la preocupación de los ganaderos