viernes. 18.07.2025

Carlos Núñez hechiza O Bolo con un concierto inolvidable en las Ermitas

Más de 350 personas asistieron al concierto del gaitero en el atrio del Santuario de las Ermitas dentro de su gira Lugares Máxicos, que continúa en Oseira y Celanova

Ni el entorno, ni la acústica, ni la entrega del público fallaron. Tampoco lo hizo Carlos Núñez. El músico gallego ofreció este jueves en el santuario de As Ermitas un concierto que quedará en la memoria de quienes llenaron el atrio: unas 350 personas –cartel de completo días antes del evento– que vivieron una noche mágica, al ritmo de la gaita y de más de una docena de piezas que fusionaron lo tradicional con lo universal.

Con apenas diez minutos de retraso, Núñez apareció en escena como acostumbra: sin previo aviso y con la gaita ya sonando. El atrio del santuario —un lugar con 400 años de historia, rodeado de piedra y naturaleza— se convirtió al instante en un templo de la música celta. Desde el primer tema, quedó claro que no se trataba solo de un concierto, sino de una experiencia.

Tras los primeros compases, el artista se dirigió al público para elogiar la belleza del lugar y la calidad acústica del espacio. También quiso saber de dónde venían los asistentes. La mayoría eran de la provincia, pero también hubo quienes llegaron desde Madrid, Alicante e incluso Francia. Esa conexión inicial marcó el tono cercano y participativo de toda la velada.

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En esta parada de su gira Lugares Mágicos, Carlos Núñez estuvo arropado por un grupo de músicos de alto nivel: Itxaso Elizagoien, campeona de acordeón en el País Vasco; la violinista y cantante María Sánchez; su hermano Xurxo Núñez a la percusión, y Pancho Álvarez a la guitarra. Todos, capitaneados por Núñez —que tocó casi una veintena de flautas y gaitas— llenaron de música y tradición el emblemático santuario.

A lo largo de casi dos horas, interpretaron más de 16 piezas. Cada una fue una muestra de virtuosismo colectivo, donde Núñez se comportó más como un director de orquesta que como un solista. Supo dejar brillar a sus compañeros, atento a cada entrada, cada gesto, cada matiz. Elegante, discreto y magnético.

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Uno de los momentos más impactantes de la noche llegó desde fuera del escenario. Mientras Núñez tocaba una de sus flautas, comenzaron a sonar gaitas a lo lejos. Apostados en las escaleras del santuario, nueve gaiteros —seis del grupo Abertal de A Rúa y tres de la banda de Viana do Bolo—, creando una atmósfera envolvente y estremecedora que encendió el alma del público.

Pero no quedó ahí. Más tarde, los gaiteros subieron al escenario, integrándose en la banda como si siempre hubieran estado allí. Uno de ellos, en un momento especialmente emotivo, interpretó un solo de gaita acompañado por Núñez a la flauta. Un diálogo musical entre generaciones y territorios que arrancó una ovación cerrada.

Las melodías más emblemáticas del músico gallego lograron lo que parecía imposible: levantar al público de sus sillas. Poco a poco fue contagiando las ganas de bailar. Y lo consiguió. Las 350 personas del público terminaron en pie, algunas incluso sobre el escenario, coreando, bailando, dejándose llevar.

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Fue ese final coral el que dejó una de las imágenes más potentes del concierto. Personas de todas las edades —mayores, jóvenes, niños— subieron al escenario para acompañar al artista. La música tradicional se convirtió en fiesta intergeneracional. Hubo danzas populares llegadas de otros países, como la de las espadas, se cantó la Rianxeira — con los coros de todos los asistentes— y hasta se formó una gran cadena humana dirigida por Elizagoien, recorriendo todo el atrio como una serpentina de alegría.

Entre el público, en primera fila, estuvieron Xosé Manuel Merelles, director xeral de Turismo de Galicia —promotor del evento—, así como los alcaldes de O Bolo, Petín, Vilamartín, Manzaneda, Viana do Bolo y Vilariño de Conso y varios concejales de distintos ayuntamientos. También participó brevemente el párroco de As Ermitas, José Antonio Crespo Franco, quien subió al escenario –invitado por el gaitero– para explicar la historia del templo y agradecer a Núñez su generosidad.

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No hubo bises, pero sí un regalo. Carlos Núñez se quedó hasta el final firmando autógrafos y posando para decenas de fotos. Sin prisas. Sin perder la sonrisa. Dando a cada persona el mismo cariño que había mostrado sobre el escenario.

La gira Lugares Mágicos continúa este sábado 20 de julio en el Mosteiro de Oseira y el 4 de agosto en el monasterio de Celanova. Dos nuevas oportunidades para disfrutar de un artista que transforma como nadie la música en emoción.

Carlos Núñez hechiza O Bolo con un concierto inolvidable en las Ermitas