Wala llegó hace casi una década a O Barco de Valdeorras con sus hijas pequeñas, huyendo de la guerra en Siria. Hoy, tras años de esfuerzo y aprendizaje, ha cumplido su sueño: abrir su propio restaurante. Se llama Enxebre y está en la calle Penas Forcadas, número 7. «Me gustó ese nombre desde que lo oí en unas vacaciones en Vigo. Me explicaron el significado de la palabra y pensé: cuando abra mi local, se llamará así», cuenta.
El establecimiento abrió sus puertas este jueves. El horario de este nuevo local de hostelería de la villa es muy amplio: «Yo estoy aquí todo el día. Abrimos a las ocho de la mañana y cerramos a las doce de la noche», asegura con una sonrisa. Su objetivo es claro: ofrecer un sitio acogedor, con comida rica, casera y a buen precio, donde cualquier persona pueda sentirse como en casa.
En Enxebre se puede desayunar desde primera hora con pan artesano, propio y muy rico, asegura, y también comer o cenar platos preparados a su manera: pollo frito, pollo asado, arroz blanco, patatas caseras, hamburguesas y bocadillos variados. «Los bocadillos están listos en 15 minutos. Tengo de lomo, de filete de ternera, de hamburguesa… Todo hecho como a la gente le gusta», explica.
Wala trabajó durante nueve años en restaurantes locales, empezando desde abajo. Aprendió el idioma, conoció los gustos del lugar y se ganó la confianza de muchos vecinos. «Hay gente que entra y me dice: “¡Hazme mi bocadillo!”, y yo ya sé cómo lo quiere. Por eso decidí dar el paso. Ya estoy lista», afirma.
Su historia también es la de una familia que busca estabilidad. «Mi marido tuvo que dejar el trabajo en la cantera por enfermedad, así que pusimos todo el dinero que teníamos en esto. Tenemos cuatro hijos y queremos salir adelante», explica. Para ella, O Barco no es un lugar de paso, sino su hogar. «Aquí estoy muy bien. La gente es muy amable y nunca he tenido problemas. Mi futuro está aquí».
Enxebre no es solo un restaurante: es el reflejo de una vida reconstruida con esfuerzo, de una apuesta valiente por emprender y de un compromiso con el lugar que la acogió. «Quiero que quien entre se sienta como en su casa», dice. Y lo consigue.
