La pasión por la lectura le viene de lejos. «Con diez o doce años leía lo que encontraba en casa, aunque no fuera para mi edad. Romeo y Julieta, por ejemplo», recuerda. Esa curiosidad fue creciendo hasta convertirse en un oficio. Desde entonces, ha vivido la evolución del hábito lector en la comarca y ha visto cómo el escaparate de su tienda se convertía en punto de encuentro para quienes disfrutan hablando de libros tanto como leyéndolos.
«No hay un gran público lector, pero sí mucha gente que lee muchos libros», afirma. Y ese grupo, según dice, busca sobre todo thriller y novela histórica, los dos géneros que dominan las estanterías actuales. «Quizá el 85% de lo que vendemos va por ahí», apunta. A eso se suman reediciones cuidadas de títulos clásicos que atraen de nuevo por su diseño, y nombres como Juan Gómez-Jurado, con ediciones numeradas que vuelan en cuanto salen.
Isabel recomienda solo lo que ha leído. O, al menos, lo que conoce bien. «No me gusta sugerir algo que no haya pasado por mis manos. Incluso tengo clientas a las que no les recomiendo nada, porque no coincidimos en gustos». Para ella, una librería debe ser un lugar de conversación, no solo de compra rápida. «Si alguien me pide un libro, nos ponemos a hablar. Me encanta eso. Y si luego vuelve y me cuenta qué le pareció, mejor aún».
También ve con cierta preocupación cómo la lectura se ha ido simplificando. «Cada vez cuesta más concentrarse. Todo tiene que ser fácil y rápido. Por eso el thriller se impone: es accesible, adictivo». Sin embargo, defiende que leer, aunque sea algo sencillo, sigue siendo valioso. «Siempre aprendes algo. Aunque sea redactar bien. Y si engancha, es más probable que busques el siguiente».
El sector, al menos, da señales positivas. En 2024 se vendieron 77 millones de libros impresos en España, con una facturación de más de 1.200 millones de euros. Las librerías físicas, como Praxis, aumentaron sus ventas en torno al 9%, según datos del sector editorial.
Isabel, sin embargo, mira más allá de los números. En su día a día, lo importante es que los niños toquen los libros, que los padres les dejen explorarlos, que haya alguien dispuesto a hacer preguntas antes de vender un título. «Yo los espero a todos. Pero que vengan a la librería. Este día hay un 5% de descuento, sí, pero también conversación. Eso no lo da Amazon».