domingo. 08.06.2025

Eva Matías: vocación y humildad en medio de la crisis pediátrica de O Barco

Hablamos con Eva Matías, la puericultora de O Barco, en medio de las reivindicaciones de padres y madres para conseguir que se cubran las plazas de pediatría asignadas al centro de salud de la localidad
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Eva Matías: vocación y humildad en medio de la crisis pediátrica de O Barco

«Intento hacer mi trabajo lo mejor que puedo, pero ojalá que vengan pediatras» Con esta frase, Eva Matías, médico de familia con un máster en puericultura, describe su situación al frente de la atención pediátrica en O Barco de Valdeorras. Una responsabilidad que asumió nuevamente tras la jubilación del doctor Manuel Caramés el pasado 29 de octubre y que refleja la realidad de un sistema sanitario rural asfixiado por la falta de especialistas. 

Eva nos recibe en su consulta en un breve hueco entre paciente y paciente. Con una sonrisa, enorme disposición y algo de resignación, accede a responder a nuestras preguntas en un momento en el que sabe que está en el punto de mira. La situación es delicada y entiende perfectamente las movilizaciones de padres y madres. La plaza de la pediatra Nieves quedó vacante hace meses tras renunciar el pediatra al que se le había asignado, provocando una situación crítica en la comarca.

La salida de Manuel Caramés, el único pediatra que quedaba en atención primaria el pasado 29 de octubre por jubilación, convirtió la situación en extrema. Un centro de salud sin pediatras. La solución de urgencia fue cubrir esas plazas con puericultoras: Eva Matías, que se ocupa de uno de los cupos (cerca de 900 niños) de manera permanente, y dos puericultoras, que se turnan para atender a los niños que corresponden al otro especialista en medicina infantil. 

Pero ¿por qué ningún especialista en medicina infantil quiere venir a O Barco? La lejanía de las grandes ciudades gallegas y las complicadas comunicaciones hacen que estas plazas no resulten atractivas para los profesionales más jóvenes. «Estamos muy lejos de Ourense, a hora y media, y de Vigo o A Coruña, a más de dos horas. No puedes ir y venir fácilmente; tienes que vivir aquí, y eso supone un esfuerzo que no todos están dispuestos a hacer», explica Eva.

Pero, además, hay un déficit de especialistas en todo el país, ya que se necesitan muchos años de formación entre la carrera y la especialización para poder optar a la plaza y ahora mismo salen muchos menos profesionales de los necesarios, sobre todo para ocupar las plazas de atención primaria. «Prefieren la atención hospitalaria», reflexiona Eva.

La doctora Matías conoce bien el terreno. Tras una sólida formación en medicina familiar y puericultura, ha dedicado gran parte de su carrera a colaborar en pediatría primaria. Realizó sustituciones en Ourense y refuerzos en urgencias pediátricas, y en 2011, animada por una mentora, realizó un máster en puericultura en el Hospital Niño Jesús de Madrid.

Fue este máster el que la acreditó para atender niños en atención primaria, aunque siempre desde su rol como médico de familia. En O Barco, Eva asumió el cupo de la doctora Nieves tras su jubilación y volvió a hacerlo de manera intermitente, ayudando a Caramés que se quedó solo cuando el pediatra que debía cubrir la otra plaza rechazó el puesto por motivos personales. 

Sin embargo, Eva insiste en su lugar dentro del sistema. «No soy pediatra y nunca he querido suplir a nadie ni colgarme títulos que no tengo. Mi plaza de difícil cobertura está en Sobradelo, pero aquí estoy ahora todos los días porque me pidieron ayuda», comenta con humildad.

A pesar de su amplia experiencia y formación, subraya que la solución ideal sería contar con dos pediatras en el centro de salud, tal y como está marcado. «Lo entiendo perfectamente. Si aparecen dos pediatras, yo me voy encantada a mi plaza, porque sé que es lo que los niños de aquí necesitan y merecen» admite, reflejando tanto su profesionalidad como su comprensión de las necesidades de la comunidad. 

A pesar de las limitaciones, Eva hace frente a su tarea con vocación y con el apoyo de los pediatras del hospital de O Barco. «Si surge algo complicado, siempre colaboran conmigo. Les llamo y mandamos al niño, y prácticamente en ese momento lo valoran. La pediatría hospitalaria aquí no tiene lista de espera», asegura. Sin embargo, la atención primaria pediátrica tiene sus propias peculiaridades: el contacto continuo con los pacientes, la capacidad de anticiparse a patologías recurrentes y la educación sanitaria a las familias son esenciales.

La relación con las familias, dice, es buena. «Muchos padres me dicen: ‘Qué bien que vuelvas a estar aquí’. Intento hacer lo mejor que puedo con mi experiencia, aunque sé que no puedo compararme con el doctor Caramés o la doctora Nieves. Ellos tenían un nivel de conocimientos y experiencia que solo se logra con los años. Pero tampoco creo que un pediatra recién licenciado tenga esa visión amplia que da el tiempo», comenta.

Para Eva, la pediatría en atención primaria necesita más apoyo. «Faltan profesionales, y las agendas son enormes. Además, la burocracia nos quita un tiempo valioso que podríamos dedicar a los pacientes», afirma. También subraya la necesidad de proporcionar educación sanitaria a las familias, como parte de una solución a largo plazo.

Eva reflexiona en voz alta: «Antes, las familias eran más grandes; había abuelos y tíos que podían manejar pequeñas cosas. Ahora, los padres necesitan respuestas inmediatas porque tienen que ir a trabajar y nadie puede quedarse con los niños en casa, y entiendo esa situación, pero es algo que tenemos que mejorar como sociedad», concluye.

De cara al futuro, se espera la llegada de una pediatra argentina para finales de diciembre, aunque Eva insiste en que la solución definitiva pasa por estabilizar el sistema sanitario en zonas rurales como O Barco. «Soy vocacional y siempre he intentado ayudar. Si un pediatra me necesita como apoyo, estaré aquí para echar una mano, pero ojalá que lleguen especialistas. Lo ideal sería que esta comarca tuviera todo lo que sus niños necesitan», afirma con una mezcla de esperanza y resignación.

Eva Matías no busca el protagonismo ni reclama el reconocimiento. Su labor, marcada por la vocación y la comprensión, es un ejemplo de cómo la sanidad pública sigue funcionando gracias a profesionales que no temen asumir responsabilidades mayores en tiempos de crisis.

Eva Matías: vocación y humildad en medio de la crisis pediátrica de O Barco