
Con la salida de Manuel Caramés, una de las dos plazas de pediatría queda vacante, dejando a cerca de 950 niños sin una figura de referencia fija hasta finales de año, cuando se espera que una pediatra argentina pueda incorporarse al equipo, siempre y cuando consiga homologar su título.
Hasta entonces, la atención pediátrica en el centro de salud queda parcialmente cubierta. La puericultora, Eva Matías, que ya trabajó con el doctor Caramés, cubrirá uno de los cupos, mientras que el otro se repartirá de forma parcial entre dos profesionales. Esta solución, sin embargo, conlleva ciertos problemas, como la falta de continuidad en el seguimiento de los menores: «Os nenos quedan un pouco na limbo. Non haberá ninguén responsable da cota, e iso afecta a calidade da atención».
Preguntado sobre por qué, si ya se sabía que se iba a jubilar, no se buscó antes a su sustituto, Caramés responde: «Cando informei de que me xubilaría o 28 de outubro, a resposta foi: ‘xa virá outro’. Deus proverá? Non. A resposta foi esperar e non tomar medidas».
El aislamiento geográfico, uno de los motivos de la falta de pediatras
La situación evidencia las dificultades para atraer personal médico a El Barco, una localidad aislada y con malas infraestructuras. «Estamos a hora e media de Ourense, por unha estrada infernal e sen tren. A xente nova quere moverse as fins de semana, e aquí non senten motivados», señala Caramés como una de las razones para que los médicos jóvenes no elijan este destino. Aunque existen incentivos potentes, como la posibilidad de obtener la plaza sin oposición tras dos años de servicio, no son suficientes. Por eso el pediatra sugiere explorar otras fórmulas, ya que en estos momentos «cartos hai».
Más allá de la falta de médicos, Caramés destaca un problema estructural en la sanidad pública: el desprestigio de la atención primaria. «A atención primaria é a porta de entrada á sanidade, pero non se lle dá a importancia que merece», lamenta. Este enfoque ha llevado a que muchos profesionales prefieran trabajar en hospitales, agravando el déficit en centros de salud rurales. «Hai moitos factores, e o que se están poñendo son parches», señala.
Falta de previsión para cubrir las vacantes
La pérdida de un pediatra de referencia, según Caramés, tiene repercusiones directas en la calidad de vida de las familias. «Durante a pandemia, ofrecín o meu teléfono para consultas urxentes porque os pais confían en alguén que coñece aos seus fillos. Esa relación de confianza vaise perder», comenta con preocupación. El papel de los enfermeros pediátricos ha sido fundamental para asegurar aspectos básicos, como el calendario de vacunación, pero Caramés teme que el exceso de carga y la rotación de profesionales terminen por afectar también a este nivel de atención.
Así, con su jubilación, Manuel Caramés deja una advertencia clara: sin una estrategia efectiva para la contratación de pediatras y un mayor compromiso con la atención primaria, el sistema sanitario en zonas como O Barco de Valdeorras seguirá debilitándose, dejando a los niños sin la atención que merecen.
El vacío que deja su jubilación y la falta de previsión en la gestión para encontrar un relevo suponen, en el corto plazo, un reto urgente para las familias de O Barco de Valdeorras.
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