En esta Semana Santa diferente, tras arrebatárnosla el Covid-19, recordamos la procesión del Cristo de los Ferroviarios en la noche de Miércoles Santo
Es Miércoles Santo y desde el Domingo de Ramos las procesiones invaden las calles. Imaginería de siglos, cofrades (paparrones les llamamos en mi ciudad), saetas y devoción se ven por todas partes. También ese aire de reencuentro, de emoción y festividad que siempre atraen los días no laborables. Mañana ya es Jueves Santo y las rúas están llenas de los vecinos que viven fuera. Siempre me ha gustado este ambiente.
Hechos que, por primera vez, no se vivirán en la primavera de este 2020. El coronavirus, ese virus que no sabemos a ciencia cierta de dónde salió, nos ha hecho quedarnos en casa. A nosotros, a los pasos, a los turistas…a todos. Hoy en O Barco el Cristo de los Ferroviarios no recorrerá las calles. Y, me van a permitir que hable de mí. En mi ciudad, Astorga, tampoco lo hará la Hermandad de la Santa Cena.
Fue en 2016,el primer año que yo cambie la túnica blanca y roja de dicha cofradía por la visión de ese Cristo portado sobre ruedas que recorría las calles de O Barco. Cientos de fieles, en ese momento, acompañaban a la imagen que portaban cofrades a cara descubierta. Un Viacrucis diferente pues los paraguas siempre han sido protagonistas de esta procesión.
Recuerdo conocer, asombrada, la historia de José Ramón Gago de la boca de su hija María del Carmen Gago, quien cada 15 días recitaba versos en Radio Valdeorras-Onda Cero. Ella y su familia a pesar de vivir en Pontevedra, no se perdían esta procesión. Su padre ferroviario fue quien impulsó la procesión y era habitual que recitase un poema, de su autoría, al Nazareno durante el recorrido. Una tradición que recogió su hija, que seguía dirigiéndose a la imagen y no dudo que esta noche también lo hará, aunque en un escenario distinto.
María del Carmen Gago recitando su oda al Cristo de los Ferroviarios en la plaza de la Estación
Para mí, la noche del Miércoles Santo es la noche de la Última Cena, de la Oración del Huerto y del Beso de Judas. En O Barco aprendí que es la noche de la oración del pueblo, de la fe de un gremio que nos comunica por tierra y cuya imagen llega a la Estación de Trenes. Esa que intentaron cerrar, esa que también unió a todos los vecinos para exigir lo que era suyo en un acto de unión y respuesta de fortaleza sobre la autoridad que demasiadas veces se olvida del rural.
Procesión del Cristo de los Ferroviarios por la calle Marcelino Suárez de O Barco