Durante dos años, A Tenda da Rita ha sido mucho más que una tienda. Ha sido un pequeño refugio, un rincón en la calle San Mauro, donde saborear Valdeorras con calma, entre catas, talleres y productos que contaban historias. Ahora, este espacio cierra sus puertas de forma indefinida, dejando tras de sí un poso de melancolía.
El proyecto, nacido del entusiasmo y la convicción de su propietario, Jorge Álvarez, de que lo nuestro merece un escaparate propio, no logró alcanzar los objetivos mínimos marcados. Así lo ha comunicado en una nota en la que no oculta la tristeza por este cierre, aunque también reivindica lo logrado: una marca con encanto, una oferta diferente y el trajín que volvió a sentirse en uno de los rincones más bonitos del casco antiguo de O Barco. «Creo que entendisteis a la perfección la esencia del proyecto: había un gran componente emocional y de corazón puesto en él. Pero… el romanticismo no paga facturas», resume con honestidad.
Desde su apertura, A Tenda da Rita apostó por el producto local y artesanal con mimo y orgullo. No se limitó a vender; abrió la puerta a nuevas formas de consumo y experiencias. Organizó catas de vino, talleres de pan y miel, encuentros con productores y actividades para niños. Cada iniciativa era una excusa para conectar a las personas con Valdeorras, para convertir la compra en un acto de cariño hacia esta comarca.
Aunque el local de San Mauro cesa su actividad, A Tenda da Rita no desaparece del todo. La versión reducida del proyecto, Edición Limitada, seguirá funcionando en la plaza José Otero número 2, y también continuará la venta online a través de atendadarita.com. Una forma de resistir, de no renunciar del todo.
Se va una tienda, pero queda la huella de un intento valiente por hacer las cosas de otra manera. Porque a veces, aunque no se logren todos los objetivos, lo sembrado sigue dando frutos invisibles. Y eso también cuenta.
