
Si había algo que le gustase más que estar con su familia y sus amigos era compartir con ellos los buenos momentos. Le gustaba disfrutar de los ratos agradables en torno a una mesa, en la finca y como no, viendo a «su» Real Madrid.
La afición le venía de lejos, un hermano de su madre, del que heredó el nombre, Luis, se lo inculcó desde que era un niño y le hizo prendarse del futbol y hacer el blanco del Real Madrid suyo.
Lois se fue en mayo y seguro que desde donde quiera que esté verá los partidos e incluso lo comentará con su tío. Este miércoles y, por primera vez desde su fallecimiento sus amigos quisieron que volviera estar con ellos en uno de los momentos que a él más le gustaban, viendo el Madrid desde la mesa número uno, en La Jamoneria de Ebo.

Ahí estaba Raúl y Aitor y, aunque las mujeres no acostumbraban a asistir a estas citas —«nosotros salíamos los miércoles y ellas los sábados, porque alguien tiene que quedarse con los niños», explicó Aitor— en esta ocasión se apuntaron, era una tarde especial. Las dos más importantes de su vida, su hija Raquel y su compañera de vida, Lili, acudieron puntuales a la cita y también Cris y Ana.

Se trataba de tenerlo entre ellos y por eso Ebo, ayudado por Pedro, colgaron una camiseta con su nombre al lado de la pantalla en la que vieron el partido. En el lado opuesto estaba la de Paco, otro madridista que al igual que Lois la vida le retiró su pase este año.
Un ramo de flores entregado a «sus chicas» y mucha emotividad antes con un brindis mirando al cielo. Eso sí, con vino godello de la Cooperativa del Barco que por algo trabajó en ella durante casi toda su vida.

Muchos recuerdos y sensibilidad a flor de piel, a la que la sonrisa hizo un guiño con una simpática anécdota, a la que Lois le sacaría aún más «partido». El encargado de llamar al establecimiento donde se serigrafiaron las camisetas fue Ebo que con su acento dominicano pidió una para «el Paco» y otra para «e loi». El resultado de la suprimir la «l» de el y la «s» final de Lois, fue «Eloy», cómo así apareció en el blanco impoluto de la camiseta del Real Madrid.

«Veníamos aquí, pero tampoco somos muy forofos de enfadarnos con nadie», confesaba Raúl. Y, es que lo importante era pasar un rato juntos y luego compartir cena. «También venía Ríchar, el del Lisboa, Jose, David, Miguel, Delís, Suqui, Jaime..., algunas veces éramos hasta diez» señalaba.
Siete años compartiendo mesa los miércoles de partido y algún que otro día que apetecía y Lois reservaba la mesa. No habían vuelto desde su fallecimiento, «desde mayo, no habíamos vuelto, porque es duro para nosotros volver, muy duro; pero algún día tenía que ser. Tampoco Lili quiere venir, pero ahora a lo mejor se anima más», reflexiona en alto Raúl. «Era Lois el que llamaba a Ebo, "guárdanos la mesa que vamos a venir tantos". Siempre se encargaba él», apunta Aitor. Y apuntilla Raúl, «como pasaba por aquí todos los mediodías, ya paraba», quien tras quedarse en silencio unos segundos soltó un indescriptible, «¡Un desastre!».

Lois era una buena persona, conciliador, alegre, amigo de sus amigos, siempre tenía una buena palabra y le sacaba punta a cualquier cosa para arrancar una sonrisa. Este miércoles de partido su familia y amigos quisieron intentar recuperar lo cotidiano de su vida para enfrentarse con dulzura a los momentos compartidos y tratar de asimilar una pérdida que sólo el paso del tiempo puede mitigar el dolor que supone.
«Cada vez que vexamos o Madrid vámonos acordar del!», con estas palabras de Pedro concluyó la conversación con Raúl, Aitor y Pedro.