
Esta es la historia de Mírtale, la joven princesa de Epiro, que está destinada a casarse con Filipo rey de Macedonia. Cuando ambos contraen matrimonio Mirtale es apenas una niña, pero va a instalarse en el palacio de Pela, y a disputar el puesto de esposa principal con las otras esposas del rey, Audata, Fila, Nicasipolis y Filina. En esa época estos enlaces suponían alianzas, con los reinos cercanos. Mirtale cambió su nombre por el de Olimpia en honor a su marido que había ganado en dichos juegos.
Olimpia sabía desde un principio que estaba destinada a ser la madre de Alejandro, el más grande conquistador de todos los tiempos, y estaba convencida de que este hijo iba a ser un semidios, ya que su padre no sería Filipo sino Zeus.
Muchos son los libros y novelas escritos en torno al más grande conquistador de todos los tiempos: Alejandro Magno. Sin embargo, en esta novela no es él el protagonista, sino su madre, una mujer llegada a la corte de Macedonia en la que tuvo que sobrevivir al rechazo generalizado por su condición de extranjera y por sus peculiares aficiones, como era su pasión por las serpientes, que representaban a Zeus.
A partir de lo poco que se conoce de esta mujer fascinante, Laura Mas, en esta novela da voz a una mujer ambiciosa e inconformista. Ella nos va a explicar en primera persona su propia historia. Durante años intentará hacerse un hueco en esa corte repleta de intrigas y luchas de poder, (recordad que Filipo muere asesinado en unos juegos).
Avalada por su carácter e inteligencia, la reina luchará contra todos y contra todo para colocar a su hijo en el trono de Macedonia. Aunque probablemente nunca contó con que fuera mucho más allá de lo que cualquiera podría haber soñado o imaginado.
Si Alejandro solo se hubiera hecho con todo el poder en Grecia ya hubiese sido grande. Pero imaginaros, además derrotó a la gran Persia, dio muerte a su rey Dario, lo recibieron como a un Dios en su reino, y no solo esto, ¿Cómo calificarlo si además hubiese también conquistado Egipto y todo el mundo conocido hasta la India? Pues ya está, Alejandro Magno. Un gran guerrero.
Otra cosa es que fuese un gran gobernador, porque en realidad ¿gobernó alguna de las regiones conquistadas?, no, dejaba su gobierno en manos de los sátrapas persas, junto a los que dejaba pequeñas guarniciones de soldados griegos.
Promovió los matrimonios mixtos, de hecho el tuvo dos esposas persas, Barsine, hija de Dario y Roxana. Pero él nunca pudo volver a casa y administrar lo conquistado, pues murió muy lejos, y de una forma extraña.
Esa es la figura que han exaltado los libros, pero poco o nada se cuenta de su madre, una mujer que supo superar aquellas funciones tradicionales para su época (estamos hablando de casi cuatrocientos años antes de Cristo). De eso es de lo que nos habla el libro: de la lucha que mantuvo para llevar a su hijo hasta lo más alto, del día a día en el palacio lejos de los suyos y de los largos años con su hijo fuera de casa de correría por el mundo dispuesto a conquistarlo y comérselo de un bocado.
Pero como os dije al principio, este no es el libro de las guerras de Alejandro. La única batalla que se nos narra en este libro es la de una madre luchando porque su hijo llegue a la cima del poder y se mantenga en él. Es el mundo visto desde el punto de vista de una madre, que solo vive por y para su hijo y para la consecución de una dinastía que perviva en Grecia. De una mujer que traspasó los roles de género de su época, temida por sus enemigos y maltratada por la historia.
Todo ello narrado con un estilo ágil, fácil de leer y además breve, 323 páginas. No parece necesitar más, porque no se trata de hacer una biografía de Alejandro ni de su madre, sino de mostrarnos un modo de vivir y de luchar; una relación con los dioses y con los humanos que determinaron la historia de la Grecia del siglo IV antes de Cristo.