
¿Qué se siente al dejarlo todo atrás? ¿Cerrar la puerta de tu casa sabiendo que quizás no vuelvas? Estas preguntas han marcado a miles de personas, muchas de ellas gallegas, que un día tuvieron que marcharse.
En el siglo pasado, cuando aquí las oportunidades eran escasas, muchas familias buscaron un futuro lejos. Algunos eligieron países europeos como Suiza, Alemania o Francia. Otros cruzaron el Atlántico rumbo a América del Sur: Argentina, Venezuela, Brasil… Lugares que ofrecían trabajo y esperanza, aunque a cambio de grandes sacrificios.
Con esas maletas cargadas de ilusión, los valdeorreses se encontraron con jornadas interminables, la dificultad de adaptarse a nuevos idiomas y costumbres, y la distancia de su tierra. ¿Cuántos escribieron cartas soñando con regresar? ¿Cuántos ahorraron durante años para enviar dinero a sus familias?
Y luego, cuando pudieron volver, no siempre fue fácil. La comarca había cambiado, igual que ellos. Muchos hijos de emigrantes regresaron con sus familias y se encontraron con una tierra que conocían de oídas, pero no de primera mano. Ese proceso de adaptación se convirtió en un desafío para muchos, pero también en una oportunidad de aportar lo aprendido en otros lugares.
Hoy, la despoblación es una realidad que afecta a Valdeorras y a toda Galicia. Recuperar a quienes se fueron o a sus descendientes es una prioridad. Por eso cada vez son más las iniciativas públicas que buscan facilitar el regreso con ayudas económicas, sociales y laborales, porque traer de vuelta a estas familias es una forma de dar vida a nuestras comunidades.
Pero no hay que olvidar, que ahora, Galicia también es un lugar que recibe. Personas de América Latina, África o Asia llegan con las mismas esperanzas que tenían los gallegos hace décadas. Buscan oportunidades, un lugar donde empezar de nuevo. En Valdeorras, muchos de ellos ya forman parte de la vida cotidiana. En A Rúa, por ejemplo, el 13% de la población es extranjera. Su presencia contribuye al dinamismo de la comarca, mantiene abiertos negocios y llena las aulas.
¿Nos hace esto pensar en cómo fuimos acogidos nosotros cuando nos tocó emigrar? ¿Cómo es empezar de nuevo en un lugar desconocido? Tal vez estas preguntas no tengan una sola respuesta.
El 18 de diciembre, Día del Migrante, miramos hacia nuestra propia historia para recordar que todos, en algún momento, buscamos un lugar al que llamar hogar. Ya sea marchándose o regresando, las migraciones han marcado a Valdeorras y a Galicia entera.
¿Y tú? ¿Tuviste que marcharte? ¿Lo hicieron tus padres o tus abuelos? ¿Cómo crees que vivieron esa experiencia? Al recordar esas historias, quizá podamos entender un poco mejor las idas y venidas de la vida, y la riqueza que aportan las personas que se atreven a empezar de nuevo.