viernes. 19.04.2024

La España despoblada, la España que pierde sus servicios en favor de las grandes urbes, la tierra que cultivaron nuestros abuelos está llena de historias que no se deben olvidar. Firmas de hombres y mujeres que, sin estatuas que ahora les reconozcan, lucharon por el futuro de su terruño

Sitúese en su pueblo, en el centro de su hogar ubicado en Penouta, Casaio, Santa María de Trives, Freixido o cualquier otra localidad valdeorresa o de Terras de Trives. Usted se encuentra disfrutando del merecido descanso tras una dura jornada de trabajo. Acaba de comenzar un nuevo año, el invierno está siendo el más duro de cuantos se recuerdan, pero está tranquilo, la dura labor le ha dado una buena cosecha y ha llenado su despensa.

Un fuerte ruido interrumpe, en ese momento, su reposo. Gritos, cascos de caballos y un fuerte golpe en su puerta. No sabe cómo, pero en minutos soldados ingleses y españoles han entrado en su casa y le han desprovisto de sus víveres. Y lo peor aún está por llegar… el ejército francés le pisa los talones.

Esta situación imaginaria se basa en aquella que vivieron los pobladores de Valdeorras y Trives hace tan solo doscientos años, en enero de 1809 cuando la comarca se convirtió en el paso de huida del ejército anglo español. Una situación que marcó al valle y a sus gentes, que no se amedrentaron y lucharon por defenderse, tal y como explica Ramón López Caneda en su libro "Valdeorras en la Guerra de la Independencia".

Andrajos

para un ejército

“El vestuario del ejército, era detestable. Iban muchos enteramente descalzos o cubiertos de andrajos (…) Éstos, ávidos de comer, se derramaban por las aldeas y casas de campo y las saqueaban (…). Los agentes de Junta entraban en las casas, y sacaban cuantos víveres había, los entregaban a los soldados que cocían sus ranchos en medio de las calles, sirviéndose a veces, de lo muebles, puertas y ventanas para combustible. Los vecinos que se habían quedado sin comer acudían en torno a las ollas y los soldados compartían la improvisada menestra, brindando unos y otros por la santa causa que habían abrazado, y confundidos todos en tosca, pero noble fraternidad, cantaban coplas patrióticas y vitoreaban frenéticamente a Fernando VII”.

Este es solo uno de los testimonios de la situación del ejército español en los primeros meses de la Guerra de la Independencia, en concreto a finales de 1808, un mes antes de su llegada a Valdeorras. Este conflicto, en el que Napoleón intento apoderarse de España, tuvo un fuerte eco entre los pueblos y Ayuntamientos que se alzaron en armas. Así dio comienzo una larga y terrible guerra de seis años.

Ante la imposibilidad de detener el avance francés, el ejército británico del general John Moore y los restos del ejército español de la Izquierda, al mando del Marqués de La Romana, decidieron retirarse hacia Galicia para salvar sus tropas. Moore se encaminaría por Manzanal y Piedrafita hacia A Coruña, mientras que el Marqués de La Romana y sus tropas tomarían la ruta de Foncebadón para, desde Ponferrada, marchar hacia Ourense.

Y ahí entra Valdeorras en acción… “Fue tal el pavor y miedo sembrado por el paso de las tropas gabachas que se puede afirmar que el año 1809 fue uno de las más negros de la historia contemporánea de este valle” ha señalado el historiador valdeorrés Antonio Castro Voces en diversas publicaciones.

Primera quincena del mes de enero de 1809. En su huida, las tropas españolas se detienen dos días en O Barco donde reciben la orden de volar el puente de Sobradelo antes de trasladarse hasta A Pobra de Trives.

Puente de Sobradelo en la actualidad

A continuación, el español General Mendizábal, que se había hecho fuerte en Puente Domingo Florez, se desplaza a Ponte Bibei para proteger al Cuartel General establecido en Trives.

Trives en la actualidad

Así, el General francés Marchand decide pasar la frontera gallega y llega a Larouco el 17 de enero. En ese paso, recibe un fuerte hostigamiento por parte del pueblo valdeorrés que se levanta instigado por clérigos, abades y fidalgos. Éstos eran los célebres curas guerrilleros: José Ramón Quiroga y Uria de Casoio, su hermano Bernardo, José Varela y Montero de Viloira, José Antonio de Neira de O Barco, José Meruéndano de Vilamartín, o el herrero Diego Núñez de Millarouso, tal y como ha relatado Castro Voces.

LArouco desde el alto de A Ermida

Dos días permanecieron los franceses en Larouco. Tiempo en el que el abad José Benito Arias de Prada dejo prueba escrita de lo allí acontecido: “Entraron los enemigos franceses con un numeroso refuerzo y pararon en este pueblo dos días con sus noches, que en ellos hicieron diversos destrozos y todo xénero de males”.

Tras dichas jornadas, los franceses continuaron su avance cruzando los pueblos de A Rúa, Freixido y Larouco, hasta llegar a orillas del Bibei. Allí batieron a la retaguardia de Mendizábal que protegía el Cuartel General de Trives.

Puente romano de medio punto sobre el río Bibei

Es ese preciso instante en el que los franceses se vieron las caras con un enemigo al que no esperaban: el pueblo. Gentes de Trives, Quiroga, San Clodio y Larouco presentaron batalla. Testigos del hecho fueron los abades de Trives, Joaquín Casanova y Manuel González y el presbítero Jacobo González de Freixido así como Juan Rodríguez, presbítero de Petín y muchos otros valdeorreses que quedaron en el anonimato como las mujeres de Larouco. “Indistintamente peleaban hombres y mujeres con los de caballería y las mozas de Petín y otros lugares cuyo ardimiento hacía que se olvidasen de su sexo y de lo que eran, se abalanzaban primero que los hombres a los dragones, acuchillando franceses con la mayor bravura. Y allí dejaron la vida cinco vecinos de Larouco que murieron heroicamente luchando contra la idea imperialista de los gabachos y en defensa de la libertad e independencia de su terruña natal”, destacaban.

Civil durante la celebración de una recreación. Imagen: Valiscka

Dentro de las fronteras gallegas, esta fue la primera batalla de los franceses donde se vieron la cara con los paisanos de Valdeorras. El escuadrón de húsares les contestó matando y cogiendo prisioneros. Las represalias galas fueron siempre brutales, y se calcula que por un francés muerto solían matar a cuatro paisanos, tal y como ha relatado Jesús de Juana, profesor de la Facultad de Historia del campus de Ourense de la Universidad de Vigo y director de la UNED.

Caballería en una recreación. Imagen: Valiscka

No fue esta la única vez en la que la Guerra de la Independencia y el ejército francés hicieron parada en Valdeorras. No había acabado el año 1809 cuando se produce la huida del General francés Soult por Valdeorras hacia O Bolo y Sanabria, pero eso es otra historia de heroicismo valdeorrés, en la que las mujeres de Petín tuvieron un papel importante tal y como ha relatado para este medio Castro Voces.

Como resumen solo conocer los datos. El ejército francés quemó 43 casas en Petín, se registraron duras acciones en Seadur y Fontei y ocurre la toma del santuario de As Ermitas que ve convertir su iglesia en cuadra para los caballos. Allí también los franceses asesinan a su sacristán, roban cuanto había y amenazan con quemar el pueblo si no aparecen unas monedas de oro que el administrador del santuario tenía escondidas.

Imagen: Pedro González

Finalmente los franceses continuaron su andadura hacia Zamora pero fue tal la dura respuesta dada por las milicias gallegas que, aunque la guerra duró cinco año más, no volvieron los franceses a internarse en Galicia ante lo abrupto del terreno y la fuerte respuesta recibida por sus gentes, tal y como recuerda el historiador Arsenio García Fuertes.

Partidas de civiles. Imagen: Pedro González

Documentos inéditos sobre Valdeorras

Precisamente fue en febrero de 1809 cuando las Justicias de O Barco y Larouco solicitan al Marques de la Romana ayuda para combatir a los franceses. Una ayuda que es negada por éste tal y como se puede ver en los siguientes documentos, inéditos hasta la fecha y originales de 1809 y hallados por el historiador Arsenio García.

Primera hoja de la carta del Marques de la Romana a O Barco y Larouco en 1809

Este documento se recoge en el Instituto de Historia y Cultura Militar, colección Duque de Bailén, legajo 8, carpeta 3, año 1809. Campañas del Ejército de la Izquierda.

Según recoge esta misiva, escrita en Oimbra (donde se encontraba el Cuartel General) el 9 de febrero del citado año, ni O Barco ni Larouco habían presentado a los reclutas demandados por el ejército de la Izquierda. Por esta razón, les niegan la ayuda y les dicen que armen a sus hombres de entre 16 y 40 años.

Segunda hoja de la carta del Marques de la Romana a O Barco y Larouco en 1809

A continuación la transcripción del texto firmado por el jefe del Estado Mayor del Marques de la Romana, José María de Carbajal y que manda al Comandante de la Primera División del Ejercito de la Izquierda, General Nicolas May :

Oimbra, 10 de febrero de 1809

El 11 se contestó a las Justicias como se manifiesta en la adjunta copia. El Excelentísimo Señor General en Jefe ha visto las representaciones que han hecho las justicias de O Barco de Valdeorras y Larouco. Quiere su Excelencia que Vuecencia les haga entender que no habiendo acudido a tiempo a sus banderas y que el mayor número se compondría de sus habitantes como quisiera no puede auxiliarles por ahora hasta organizar este Ejercito.

Es por supuesto que deben alarmarse todos los hombres útiles y defender sus hogares hasta el último extremo pues así lo exigen las circunstancias y sus propios deberes. Su excelencia espera de sus naturales que no decaerán de ánimo y valor y continuarán sus hostilidades con el enemigo.

Los mozos de 16 a 40 años no se incorporarán por ahora al Ejercito y si seguirán defendiendo sus jurisdicciones con el entusiasmo que hasta aquí lo han verificado avisando de todo.

En inteligencia que la causa que nos mueve es la Patria y la Libertad. Dios aguarde a su excelencia por muchos años

José María de Carvajal

Tercera hoja de la carta del Marques de la Romana a O Barco y Larouco en 1809

La formación de Partidas

Es de destacar la labor y lucha encarnizada de los vecinos de Valdeorras. Una vez que La Romana llega a Trives anima a la población civil a formar Partidas, grupos de civiles que combaten al francés. Precisamente fue en A Pobra de Trives donde se formó la primera, tal y como explica José Bello Losada en su libro "Historia del Bierzo y Valdeorras".

Como anécdota recordar la que Bello Losada relata cuando la partida mandada por Diego Núñez de Millaroso ataco a la retaguardia francesa, haciendo 80 prisioneros y robando un botín de monedas de oro que entregó a La Romana. Dicho triunfo fue lo que alentó a cinco pueblos valdeorreses a unirse en otra partida, cuyo general fue el abad de Casaio, Don José Quiroga y Uría.

Monje armado en una recreación. Imagen: Valiscka

Lo que

Fernando VIII abolió

Aunque el texto aquí recogido tan solo relata el primer episodio vivido en Valdeorras durante la citada guerra, el desarrollo de la misma tuvo fuertes consecuencias para la comarca.

Como bien es sabido, el conflicto trajo tiempos de cambio, y así, en la reforma administrativa llevada a cabo durante el trienio liberal 1920-23, se crea la provincia de Villafranca del Bierzo por decreto de las Cortes de 27 de enero de 1922. Esta provincia estaba formada para los partidos judiciales de: Villafranca, Ponferrada, Toreno, Bembibre y O Barco de Valdeorras, con capital en Villafranca.

Valdeorras queda enclavada en la que se ha denominado quinta provincia gallega unificando una parte de las provincias de Ourense y León, pero este intento tan solo duró 19 meses, es decir, hasta septiembre de 1923 en que la vuelta del absolutista Fernando VII truncó esta iniciativa.

Personajes

destacados

Bernardo de Quiroga y Uría

Era

un clérigo, nombrado por el pueblo comandante de la milicia de Valdeorras.

Formó una partida guerrillera que, no sólo defendió la villa, sino que hostigó

al enemigo en los lugares donde acudió su gente. Su hermano Juan, comandante de

Quiroga, se unió a la lucha en la causa por la Independencia. Estas fuerzas

milicianas, bajo el mando de ambos hermanos, conseguiría detener la marcha de

las tropas de Soult, durante cinco horas, en Montefurado, a las cuales les

ocasionó numerosas bajas. Proseguirían atacando su retaguardia hasta las

cercanías de la Puebla de Sanabria, el 10 de junio de 1809.

Antonio Ruíz de Padrón

Abad de Vilamartín participa activamente en la defensa de los nativos del valle, en una más en las famosas escaramuzas de los famosos sacerdotes guerrilleros en Valdeorras así como en los grupos de defensa y alarma que se crean en las parroquias. También tiene una estrecha relación con los monjes del convento de Correxais, que se distinguen por su idealismo liberal.

En una primera etapa en Valdeorras, en el año 1812, es elegido diputado por las Islas Canarias, y participa en las Cortes de Cádiz en representación del Partido Liberal en la gran asamblea celebrada en tierras andaluzas. Tiene una participación muy activa porque es un orador en la defensa de la supresión de la Corte de Inquisición y también en la abolición del impuesto del voto de Santiago.

Texto: María Fernández

Cuando el pueblo de Valdeorras tomó las armas