
Una celadora del HPV nos cuenta cómo están trabajando y cómo afecta el coronavirus a su vida personal
Ahora mismo, se han convertido en superhéroes. No llevan capa, llevan bata. Día tras días, a las 20.00 horas, las ventanas y balcones se llenan de gente que les aplauden sin cesar. Los trabajadores de los hospitales se juegan la vida para salvarnos a todos del coronavirus. Y eso, es así siempre, pero al final en estos momentos de pandemia, lo estamos valorando todavía más.
En el Hospital Público de Valdeorras hay un gran equipo compuesto por médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, limpiadoras, personal de rayos, cocineros, administrativos, mantenimiento y seguridad que se están dejando la piel para frenar y ganar la batalla al coronavirus. Personas que día a día acuden a su puesto de trabajo y que llevan esta situación lo mejor que pueden. «De momento hay EPI´s. Al principio, siempre hay más caos con el material, pero ahora, con todos los positivos y posibles, los usamos tanto en urgencias como en las plantas», explica una de las celadoras del centro. Por precaución, en estos momentos, al mínimo síntoma se utiliza la protección. «Algunos tienen dolor abdominal, que no tiene nada que ver con la sintomatología, y resulta ser positivo».
Eso sí, nos confiesa que hay incertidumbre y un continuo estado de nerviosismo. «Vas a trabajar con tensión porque no sabes que va a pasar. Ahora hay positivos por todos lados». Es más, ha sido necesario habilitar una nueva planta para los ingresos, la verde. «Eran las de medicina interna, pero la azul se quedó pequeña».
El papel de los celadores dentro de hospital es muy variado. Están en todos lados. «Esta noche eramos tres para todo: planta azul, verde, naranja —medicina interna y especialidades— y urgencias». Un trabajo que ahora se hace más costoso debido a la necesidad de cambiarse el EPI cada vez que se mueven de zona. «La primera vez te da más miedo. Luego es como todo, se convierte en un hábito y haces las cosas de forma más mecánica, pero con cuidado. Sabes que te la estás jugando».
Método de trabajo
En su rutina diaria no solo ha cambiado la necesidad de colocarse los trajes de protección, sino también el modo de trabajar. «En la habitación del paciente entra todo el personal: enfermeras, celadoras, auxiliares... Y las limpiadoras que, ¡cuidado lo que están trabajando!». Y es que estas últimas son las encargadas de desinfectar cada rincón. Cuando se traslada un caso positivo desde urgencias a planta, es necesario que el celador se equipe con el EPI. El encargado de seguridad blinda la zona por donde va a pasar el enfermo y «la limpiadora viene detrás desinfectando por donde pisamos. Después, al regresar, lo mismo. Además, desinfecta y limpia el box de urgencias de arriba abajo». Una labor que es todavía más intensa cuando fallece una persona. «El celador lo traslada y la limpiadora va detrás con una especie de máquina de sulfatar».
Momentos en los que todos se ayudan a todos porque, como nos cuenta esta celadora, «en las plantas, igual cambia un pañal o da de comer una enfermera que nosotros para gastar menos trajes de protección».
Implicación con los pacientes
Desde que comenzó la pandemia está prohibido que los ingresados por coronavirus reciban visitas de familiares. Una situación complicada y que los profesionales intentan hacer más llevadera, sobre todo para la gente mayor. «Están solos y, si tiene suerte de que maneja el móvil, recibe llamadas, pero la mayoría no saben». Es por ello que las enfermeras facilitan sus teléfonos propios para que estos pacientes pueden hacer videollamadas con sus familiares. «También los internistas, si están hablando con un familiar y están por allí, les pasan la llamada».
Una situación que se complica cuando fallece un paciente. «Da mucha pena la soledad que tienen y como mueren. No pueden recibir duelo más que, una vez fallecido, desde la puerta. Y después se incineran».
Pero también hay momentos de alegría, como cuando alguien recibe el alta porque el coronavirus ha desaparecido. Es entonces cuando los profesionales se juntan y le despiden con un gran aplauso.
«En mi casa estoy medio aislada»
La situación no mejora cuando los profesionales llegan a sus hogares. Esta celadora vive con sus dos hijas y su marido, pero en estos momentos, apenas los ve. «Estoy medio aislada en el piso de arriba y ellos, abajo. Bajo lo justo, para cocinar y ayudarles con el cole. Pero con medidas de protección».
Tampoco ve a su padre, que vive en el mismo edifico y con quien habla a través del patio de luces. «No es fácil. Andas escapada. Ni si quiera duermo con mi marido. Además, estoy todo el día desinfectando».
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Vídeo grabado al final de una larga jornada donde la tensión está presente en todo momento del día: