
El 4 de febrero se conmemora el Día Mundial contra el Cáncer y el 15, el Día Mundial contra el Cáncer Infantil. Tras el diagnóstico de cáncer, las personas suelen pasar por muchos altibajos antes, durante y después del tratamiento. Algunas personas sienten ansiedad, tristeza o estrés, y aunque a veces estas emociones disminuyen con el tiempo, también pueden durar meses o años y afectar la vida diaria.
La enfermedad del cáncer es difícil de aceptar por el paciente, conlleva un largo proceso de curación. También es una enfermedad que supone cambios a nivel físico, emocional y puede suponer una notable disminución de la calidad de vida para el paciente. Un enfermo de cáncer puede tener que enfrentarse a síntomas de ansiedad y/o depresión, a la codependencia de un cuidador, al abandono de la actividad laboral, etc.
Funciones de un psicooncólogo
La Psicooncología ofrece al paciente los apoyos psicológicos necesarios para encajar este tipo de cambios, adaptarse a la nueva situación y contar con herramientas psicológicas para afrontar tanto el desánimo emocional como los síntomas físicos. Durante este recorrido sus principales funciones serán:
- Evaluación psicológica del paciente y detección de los apoyos —tanto externos (familia, amigos…) como internos (fortalezas)— con los que el paciente cuenta para enfrentarse a la enfermedad.
- Diagnóstico y tratamiento de aquellos síntomas reactivos del paciente asociados a la enfermedad: ansiedad, depresión, pensamientos recurrentes y negativos, impotencia, abandono o negación.
- Apoyo psicológico para la aceptación de la enfermedad y de su tratamiento. También educará en nuevos hábitos saludables. Explicación de los efectos secundarios y acompañamiento. Ayuda además en la aceptación de los cambios en el cuerpo: caída de cabello, cambios físicos como puede ser el verse sin algún miembro del cuerpo (ejemplo cáncer de mama), tener que usar objetos externos como es una bolsa, traqueotomía etc.
- Asistencia psicológica a la familia que convive con el enfermo: desde la aceptación y la cooperación en el cuidado del enfermo hasta el asesoramiento en el proceso de duelo si procede. En la intervención con familiares y cuidadores el psicooncólogo prestará atención a la prevención de malas dinámicas familiares: la sobreprotección y el cuidado excesivo; o, por el contrario, caer en el terrible silencio y evitar hablar de la enfermedad. Las reacciones familiares más habituales son de protección hacia el enfermo, de rabia e impotencia ante su enfermedad, experimentando muchas veces culpa, miedo y también un duelo anticipado.
- Terapia individual con el paciente, de grupo y de pareja. Es frecuente que el estrés que genera la enfermedad y el tratamiento deteriore las relaciones personales y a la convivencia en pareja.
- Apoyo y asesoramiento en el proceso de recuperación, en la incorporación de la actividad laboral y la vida social. Por ejemplo no poder cumplir con ciertas responsabilidades laborales o expectativas de la vida diaria.
- Miedo a la reaparición del cáncer una vez se ha superado.
Fases emocionales
- El shock protege a la persona en una fase inicial de diagnóstico pues funciona como un mecanismo de defensa ante la amenaza de un dolor psíquico sobre una pérdida –la pérdida de la salud–.
- Negación: algunos pacientes pasan por un periodo de incredulidad ante su cáncer, no aceptando su condición e incluso negando lo que les está pasando.
- El enfado constituye otra fase donde el paciente empieza aceptando su diagnóstico, aunque todavía está experimentando una especie de revolución interna donde predominan sentimientos de injusticia y de duelo sobre posibles pérdidas futuras de su normalidad cotidiana. Cuando el paciente empieza a interiorizar lo que está pasando, y dependiendo de varios factores de riesgo y de protección, puede experimentar un estado emocional marcado por una tristeza muy acentuada, que si se mantiene en el tiempo puede derivar en depresión.
- La última fase es la fase de aceptación de la enfermedad y de la búsqueda de soluciones ante la situación. En ella el paciente empieza a experimentar alivio y aumenta la percepción de control. Pero también nos podemos encontrar con la resignación, un afrontamiento opuesto a la aceptación, en la cual el paciente se resigna, tira la toalla y considera que no hay nada que dependa de él o de ella para encontrarse mejor.
- Estas mismas fases las pueden experimentar los familiares y el entorno más cercano del paciente.
Cada situación es diferente. Algunas personas necesitan una o dos sesiones de terapia inmediatamente después de recibir el diagnóstico. Otras, necesitan ayuda cuando terminan el tratamiento. Lo que funciona para una persona puede no funcionar a otra,
Por otro lado, la investigación en Psicología ha demostrado como un buen estado de ánimo, el afecto positivo o el optimismo favorece el sistema inmunológico del paciente.