
El incendio que ha arrasado parte de Valdeorras y se extiende por Quiroga ha dejado imágenes de devastación, pero también un ejemplo de solidaridad que ha unido a vecinos, voluntarios, ONG y empresas.

En Rubiá, Fernando, movilizó a la población desde primera hora. «Chegamos a ser máis de 50 persoas desbrozando. Fixemos un perímetro de 50 metros por enriba do depósito e do colexio, e conseguimos que non ardese ningunha casa», relataba Fernando, que pasó horas junto a otros vecinos levantando cortafuegos improvisados para frenar las llamas. Ya había ayudado a salvar el pueblo de Roblido.
También los jóvenes quisieron estar presentes. Jorge, de O Barco, explicaba que no podía quedarse en casa viendo arder los montes: «É a impotencia, ao final tes que saír e facer o mínimo posible, levar auga ou mollando casas, o que sexa, para que os que están ao 100% teñan un apoio».

En cuanto el Concello de O Barco hizo un llamamiento pidiendo agua para los desalojados y los efectivos que luchaban contra el fuego, en menos de una hora, el Teatro Lauro Olmo se llenaba de botellas, bocadillos y fruta que llevaron supermercados y particulares.
A esos gestos espontáneos se sumó la ayuda organizada. Cruz Roja Galicia, bajo la coordinación del 112, participó en la evacuación de personas con movilidad reducida, como los usuarios de la residencia de Chandrexa, y se encargó después de su regreso.

También distribuyó agua en localidades con problemas de suministro y habilitó material de descanso para los bomberos forestales: «Hemos desplazado kits de aseo y camas a varios parques para que los relevos pudieran descansar», explicó Joaquín Varela, coordinador de la entidad.
En paralelo, la ONG World Central Kitchen, impulsada por el chef José Andrés, instaló un puesto de comida que ha ido acompañando al puesto de mando operativo en cada localidad donde se ubicaba. Primero en O Barco y ahora en Quiroga, donde ofrece comidas y bebidas a brigadistas, bomberos forestales, miembros de la UME y otros efectivos de emergencias, en un esfuerzo que ha contribuido a sostener largas jornadas de trabajo.

El tejido empresarial tampoco se quedó al margen. El sector pizarrero de la comarca se puso manos a la obra, tras la llamada directa de la alcaldesa de Carballeda, María Carmen González, y siempre bajo la coordinación de la UME y de los agentes forestales que dirigían el operativo. Cafersa y CUPA Group cedieron maquinaria de gran tonelaje —bulldozers y equipos de minería destinados habitualmente a mover tierras— junto con personal cualificado para manejarlas en las zonas más próximas a los pueblos.
«A pesar de las fechas complicadas buscamos personal y maquinaria pesada para hacer cortafuegos cerca de los pueblos. En situaciones así lo colectivo siempre está por encima de lo privado», explicó Eduardo Álvarez, director facultativo de Explotaciones de Cafersa.

Desde CUPA, que también aportó maquinaria y trabajadores, se destacó la misma idea: «Aunque muchos trabajadores estaban de vacaciones, era el momento de estar y de poner todo lo posible para que el fuego no llegara a las casas», afirmó Eliseo López, director de comunicación, que recordó la compleja logística de trasladar estas máquinas en góndolas hasta O Seixo y O Bolo.
El engranaje lo completó Aproveitamentos de Recursos Naturais de Galicia, que se ocupó de trasladar esas máquinas hasta los puntos de mayor riesgo y de manejarlas en plena lucha contra el incendio, además de poner a disposición su propia motoniveladora.

«Tengo que agradecer la disposición de todos los trabajadores de la empresa, que a pesar de estar de vacaciones no dudaron en responder a la llamada para ayudar a combatir las llamas. Desde el personal de la oficina, hasta conductores. Sin ellos, de poco valen los medios», señalan desde la empresa, recordando que son vehículos que no puede manejar cualquiera y que exigieron movilizar a maquinistas especializados.

A la Cruz Roja, la ONG de José Andrés y las pizarreras se sumaron otros muchos gestos: vecinos que ofrecieron camas y mantas, jóvenes que acudieron con garrafas de agua y voluntarios que, sin uniforme, se plantaron frente al fuego para proteger lo suyo y lo de todos.

De la tragedia quedan imágenes de humo y destrucción, pero también una certeza: cuando las llamas amenazaron pueblos y montes, la solidaridad se convirtió en la mejor herramienta para defender Valdeorras y Quiroga.