«Cuando pruebas un Godello de Ruchel, es como una alegría líquida que se transmite desde Valdeorras hasta tu copa». Así de gráfica es Inma López, gerente de Bodegas Ruchel, a la hora de definir el vino que se cría en sus bodegas. Esa frase, tan sencilla como honesta, refleja el espíritu de esta empresa familiar, que busca capturar en cada botella la autenticidad de su tierra, su clima y su gente.
Con más de 30 años de trayectoria, Bodegas Ruchel se ha convertido en un referente de la Denominación de Origen Valdeorras. Fundada en 1989, la bodega combina el respeto por las tradiciones vitivinícolas de la región con la constante innovación en sus procesos de elaboración.
Situada en Vilamartín, una zona privilegiada de suelos de pizarra y un clima que desafía la producción masiva, esta bodega se enorgullece de trabajar con variedades autóctonas como el Godello y la Mencía.
«Tenemos que aceptar que somos una zona pequeña, con producciones limitadas, pero esa es nuestra ventaja», explica Inma. «La calidad de nuestros vinos es resultado de esas carencias. Lo que no tenemos en cantidad lo compensamos con autenticidad».
El reflejo de una tierra compartida
Para Inma, el vino de Bodegas Ruchel no es solo una bebida, es una forma de conectar con Valdeorras. «Cuando alguien abre una de nuestras botellas, quiero que sienta que está aquí, en nuestra tierra, compartiendo una conversación en una cova o alrededor de una mesa con familia y amigos», dice con la energía que le caracteriza.
Los vinos de Ruchel destacan por su versatilidad y su capacidad de adaptarse a cualquier momento. Su Godello joven, fresco y ligero, es perfecto para empezar una comida con amigos o disfrutar de un aperitivo. «Es el tipo de vino que te acompaña de principio a fin, desde las tapas hasta los postres», comenta Inma.
Pero si buscas algo con más cuerpo, el Godello trabajado sobre lías ofrece una experiencia más estructurada, ideal para acompañar un buen capón, mariscos o pescados grasos. Y no podemos olvidar el Mencía, un tinto versátil que Inma describe como «ligero, fácil de beber, pero lleno de carácter». Perfecto para carnes blancas, asados o incluso platos más ligeros.
Navidades con sabor a Ruchel
En estas fechas, los vinos de Bodegas Ruchel se convierten en una opción infalible para las celebraciones. Inma tiene claro por qué una botella de Ruchel debería estar en cada mesa esta Navidad: «Nuestro vino es como Valdeorras: acogedor, familiar, lleno de vida. Es para compartir momentos, para abrir conversaciones y celebrar con las personas que más quieres».
El Godello joven brilla junto a entrantes, mariscos y pescados; mientras que el trabajado con lías aporta sofisticación a platos principales como capón o carnes más elaboradas. Por su parte, el Mencía, con su ligereza y equilibrio, es el acompañante perfecto para cualquier plato navideño, desde asados hasta recetas más modernas.
Más que premios, momentos compartidos
Aunque la bodega ha recibido reconocimientos a lo largo de los años, Inma tiene claro cuál es el mayor galardón: «Para mí, el mejor premio es cuando alguien repite, cuando termina una botella y viene por otra. Eso significa que hemos hecho bien nuestro trabajo».
Este año, como siempre, los vinos de Ruchel han conquistado tanto a los paladares más exigentes como a quienes buscan disfrutar de un momento especial.
Bodegas Ruchel no produce solo vino, también momentos inolvidables. Sus botellas son una invitación a vivir Valdeorras en cada sorbo.«No hace falta complicarse. El vino es para compartir, para disfrutar, para hacerte sonreír», dice Inma con una sonrisa contagiosa.
Así que estas Navidades, al levantar una copa de Ruchel, no solo estarás brindando por los buenos momentos. También estarás conectando con una tierra que, como sus vinos, nunca deja de sorprender. Porque en cada botella, Bodegas Ruchel encapsula la calidez de Valdeorras.
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