Petín cerró este domingo su ya consolidada Feria de 1812 con una última jornada vibrante, llena de vida, de emoción y con el concierto del grupo Abertal como broche de oro. Las calles del casco antiguo se llenaron de vecinos, visitantes y familias enteras que disfrutaron de dos días donde el calor fue protagonista: el humano, y también el de verdad.
Durante el fin de semana, la feria ofreció un abanico de propuestas para todos los públicos. Este año, una de las novedades más celebradas por los más pequeños fueron los hinchables, que se convirtieron en un punto de alegría constante. Tampoco faltó la animación infantil, con un payaso muy especial que logró arrancar carcajadas y asombro a partes iguales con su arte y simpatía.

La feria tuvo sabor, y del bueno. En la zona de tabernas, además de la ambientación de época, se pudo degustar vino de la Denominación de Origen Valdeorras, con bodegas locales como Terriña, A Coroa o A Pinguela, que además ofrecieron pinchos con sabor tradicional y productos de la tierra.

Hubo también espacio para la artesanía: trabajos en madera y cuero, diseño de joyas, aceite de Quiroga, cerveza artesana, ropa de segunda mano gracias a las voluntarias de la Caridad, y una muestra gastronómica donde no faltaron productos como el embutido de Murias. Todo ello acompañado de música, bailes, animación callejera y un ambiente festivo y familiar.
Pero si hubo un momento que marcó esta edición, fue sin duda el concierto de Minuetto el sábado por la tarde en la iglesia de Santiago Apóstol. Un espacio íntimo y sagrado que se llenó como en los días grandes, y donde la música clásica y moderna se dieron la mano en una actuación que emocionó a todos los presentes.

El domingo, el protagonismo lo tomó el grupo Abertal, que con sus gaitas, tamboriles, panderetas y percusión tradicional, llenó de sonidos gallegos las calles de Petín, despidiendo la feria con fuerza, alegría y orgullo identitario.

La Feria de 1812 es ya mucho más que una cita festiva: es un lugar para el reencuentro, para saborear lo nuestro, para pasear, brindar, conversar y, sobre todo, vivir Petín. Un evento que crece cada año y que demuestra que tradición y dinamismo no están reñidos, sino que se complementan maravillosamente.