Una docena de deportistas del Club Peña Trevinca —entre los que se encontraba su presidente Miguel de la Cal quien relata el trayecto— realizaron una ruta circular desde O Bolo que los llevaron a Valbuxán, As Ermitas y Santa Cruz, explorando no solo los núcleos urbanos, sino también senderos rurales, campos abiertos, «soutos», bancales de viñedos y carreteras locales y comarcales, prácticamente desiertas y perfectas para caminar en calma.
El viaje comenzó en la pintoresca plaza de la iglesia de Santa María de O Bolo, donde dejaron los coches. A su alrededor se alzaban casas en un extremo, mientras que detrás se erguía imponente la torre del Homenaje del castillo local. En el lado opuesto, la iglesia de Santa María con su cementerio adosado y una fuente ofrecían un ambiente lleno de historia y serenidad, flanqueado por viviendas tradicionales.
En el camino, descubrieron fuentes, antiguos lavaderos y molinos que aún parecían guardar secretos de otros tiempos. Admiraron cruceiros, una capilla y una alvariza (colmenar), y cruzaron puentes que los guiaron sobre pequeños arroyos hasta llegar a la ribera del río Bibei, donde la naturaleza los envolvió con su tranquilidad.
Una de las paradas más especiales tuvo lugar en el majestuoso santuario de Nuestra Señora de las Ermitas. Allí disfrutaron de una visita guiada conducida por el apasionado Custodio José Vega, quien les desveló la historia y los secretos del lugar. El santuario, conocido como "la pequeña catedral barroca de Galicia", es una joya arquitectónica enclavada en un espectacular paisaje montañoso. Su impresionante fachada, decorada con un cuidado trabajo en piedra, contrasta con la serenidad de su interior, donde destacan los retablos dorados, las tallas religiosas y una atmósfera profundamente espiritual.
Tras recorrer las quince estaciones del viacrucis, se asomaron a varios miradores que ofrecían vistas inolvidables. Entre ellos, el espectacular mirador de La Cruz de Santa Cruz dejó una impresión imborrable con sus panorámicas. También visitaron el castillo de O Bolo y su torre del Homenaje, un símbolo de historia y fortaleza que completó la riqueza cultural de la jornada.
Finalmente, regresaron al punto de partida, el aparcamiento junto a la iglesia de Santa María, dando por concluida una ruta cargada de belleza paisajística y un profundo valor cultural y etnográfico. Una experiencia que dejó en sus corazones paisajes únicos, historia viva y el eco de tradiciones que aún perduran.
