sábado. 20.04.2024

Se estima que más de 17 000 veraneantes marquen este mes de agosto como el del regreso a la comarca

Este es el mes del regreso a casa, con las mascarillas puestas, pero vuelven. Porque aquí sienten que están en el hogar, tienen a sus amigos y sus raíces. Casi todos emigraron por trabajo, pero sueñan con poder volver a vivir en la comarca, o ese es su objetivo cuando llegue la ansiada jubilación. Luis, Diego, Manuel, Antia, Raquel…son muchos los nombres de las personas que podríamos citar, pero hoy hablamos con Enrique Ramos que nunca cierra su casa en Bascois (Carballeda de Valdeorras), Fátima Delgado que siente O Barco como su hogar y Juan Álvarez que hasta ubica en A Pobra de Trives sus novelas.

Tradicionalmente, las zonas rurales suelen vivir su boom de población en el mes de agosto —incluso algunas localidades han modificado la fecha de sus fiestas para que coincidan cuando más vecinos tienen —pero ahora, con la pandemia de la Covid todavía en auge y condicionando la vida, son muchos los que siguen optando por pasar sus vacaciones en el pueblo con el fin de evitar aglomeraciones.

Los datos estimativos destacan que 17 579 personas son la que podrían desplazarse durante este mes a pasar unos días a las localidades de la comarca de Valdeorras. Este dato es el resultado de cruzar las cifras del último padrón por municipios del Instituto Nacional de Estadística (INE) con fecha de 1 de enero de 2020, con los que maneja el Ministerio de Política Territorial sobre estacionalidad máxima. Así serán más de 26 000 personas si a los municipios valdeorreses se les suma Manzaneda, A Pobra de Trives, San Xoán de Río, Vilariño de Conso y Viana do Bolo.

Tabla que muestra el número de veraneantes que se espera en cada concello de Valdeorras.
Fuente del padrón: INE
Fuente de Estacionalidad Máxima: Ministerio de Política Territorial


Esto supone casi duplicar el censo habitual de la comarca que, según el INE, se sitúa en 25 411 habitantes en los municipios de este estudio. Agosto, como punto máximo de estacionalidad a lo largo del calendario, es para los pueblos de la comarca todo un reto a la hora de mantener la calidad de servicios como los sanitarios, de basuras o de abastecimiento de agua debido a que la población es el doble que el resto del año. Al igual que otros años, el pico de presencia de turistas en los pueblos se espera para mediados de mes, coincidiendo con el festivo de Nuestra Señora.

Por municipios, cabe resaltar el caso de A Veiga que quintuplicará su población, dado que esperan 4 505 visitantes. Un incremento en más de cuatro millares de personas también se espera en Vilamartín y en O Barco. En el lado extremo de la balanza se ubica Larouco, que solo espera dos centenares de veraneantes.

«A mi hija le hablo en gallego en Madrid»

Una de las que ya está en O Barco, es la poeta Fátima Delgado quien en 2007 se instaló en Madrid. «Me fui allí por motivos laborales y porque mi pareja era de allí y ambos teníamos más oportunidades», destaca señalando que en Madrid pudo continuar con su trayectoria en el mundo de la enseñanza, pero también en el artístico.

Madrid le ha permitido crecer en su trabajo —ha creado dos compañías artísticas— y formar una familia, aunque su hija, Iria lleva nombre gallego y Fátima le habla en el mismo idioma. «Está muy vinculada a Valdeorras y deseando venir. No solo venimos en verano sino también en Navidad y cuando podemos. Mi hija está muy cerca de la cultura valdeorresa y le encanta venir. Anxo Rei y Magín Blanco forman parte de su aprendizaje», destaca Delgado quien sigue escribiendo poesía en gallego y publicando libros en este idioma. «He apoyado la candidatura de Florencio Delgado Gurriarán, participo en el Silfest…siempre sigo en Valdeorras», destaca y señala que la morriña no es un mito, sino que se siente, «en Madrid estoy bien pero siempre me falta algo», concluye.

De Astorga a Bascois pasando por Bilbao

Bascois es una pequeña aldea perteneciente a Carballeda de Valdeorras. Según el padrón de 2018, son 13 vecinos los que habitan este lugar al que el periodista Enrique Ramos Crespo siempre vuelve.

Fue su padre el primero en abandonar Carballeda, su pueblo natal, en 1959 cuando emigro a Bilbao. «No tenía otro oficio que el de la tierra: lo poco de la pizarra que entonces emergía y algo del carbón que trabajó en Laciana. En Bilbao trabajó en canteras de piedra caliza, en la construcción y en varios tipos de fábricas hasta que acabó en una más grande del sector químico, Dunlop. La misma que hace raquetas y ruedas, solo que la fábrica de Bilbao era de la división industrial y hacían tubos y cintas transportadoras de goma», destaca.

Cuando en 1962 su padre se casó con otra vecina de Bascois ambos se asentaron en Bilbao. «Ella se dedicó a lo que establecían para las mujeres los DNI de la época de Franco, sus labores. En 1966 nací yo y en 1973 mi padre tuvo un accidente de trabajo que le reportó una invalidez y acabó jubilándose anticipadamente en 1976», narra Enrique quien destaca que a raíz de este hecho comenzó a pasar más tiempo en Bascois en la casa que era de sus abuelos maternos y que su padre había empezado a rehabilitar en 1971.

Las florituras de la vida llevaron a Enrique a Astorga, donde se ha convertido en un veterano periodista, pero siempre con la mirada puesta en Bascois donde mantiene su casa a la que vuelve siempre que puede para continuar con el cuidado de las viñas. Recalca que la «vuelta al pueblo» se pierde en la tercera generación. «Los hijos y nietos de aquellos que emigraron ya no vienen. Eso era algo que era muy perceptible en las calles», destacan rememorando un recuerdo de su infancia. «Cuando yo era crío y venía de vacaciones, los días de feria en agosto, O Barco estaba lleno de coches con matrículas alemanas, suizas, de Barcelona o de Bilbao. Eran los coches de todos aquellos que se habían ido y volvían en verano», concluye.

Juan Álvarez, el escritor de Trives

Juan Álvarez nació ya fuera de Trives pero vuelve año tras año e incluso situa en esta localidad sus novelas.

Aunque nació en Barcelona asegura que todos los veranos, desde que nació, ha pasado las vacaciones estivales en Trives. «De aquí son mis orígenes, es el sitio donde me encuentró mejor», destaca señalando que también son importantes las amistades que conserva.

«Es un amor bucólico lo que tengo con Trives» es la frase con la que Juan Álvarez concluye su argumentación sobre su razón para volver una y otra vez a la montaña gallega.



El mes del regreso