
Cada vez más personas preguntan por ese nuevo icono que ha aparecido en WhatsApp, por qué el móvil ahora responde diferente o qué pasa con las fotos que suben a redes. Lo cierto es que, casi sin darnos cuenta, la inteligencia artificial (IA) ha entrado en nuestras vidas. Y no solo a través de programas como ChatGPT. Está en el navegador, en los aspiradores, en las actualizaciones automáticas… y en las consultas que cada día recibe Óscar Yáñez, responsable de APP Informática.
«Hay gente que acepta todo esto con los brazos abiertos y lo aprovecha para su trabajo o para su vida diaria, pero también hay personas que todavía sienten miedo», reconoce. Por eso ha querido hablar claro y ayudar a desmontar algunos mitos.
Para empezar, insiste en que no hay tanta diferencia entre subir una foto a una app de IA y desbloquear el teléfono con el rostro: «Tu cara ya está guardada en un servidor, ya sea de Apple o de Google. Y no podemos vivir sin eso. La cuestión es aprender cómo funciona, no rechazarlo».
Reconoce que aún hay muchas dudas legales sobre el uso de los datos, pero cree que, mientras tanto, la clave está en el sentido común. «La IA ya está integrada en muchas cosas sin que lo sepamos. Los nuevos buscadores, por ejemplo, te ofrecen respuestas inmediatas. Eso ahorra tiempo y puede ayudarnos mucho si sabemos usarlo bien».
El problema, advierte, es otro. «Nos estamos acostumbrando a una vida acelerada y eso tiene un coste. Si antes dedicabas tiempo a buscar un tema y descubrías cosas por el camino, ahora eso se pierde. La IA te da justo lo que quieres, pero te quita el margen de sorpresa, de descubrimiento». Aun así, no cree que eso sea negativo en sí mismo, sino que depende de cómo se utilice. «Yo siempre digo lo mismo: úsala a tu favor».
A quienes temen que un robot les quite el trabajo, Óscar les responde con otra visión: «Si un robot puede hacer una tarea peligrosa, como en una mina, mejor que lo haga él. Y luego habrá personas que se encarguen de repararlo o mejorarlo. Esto no elimina empleos, los transforma».
Por eso, considera un error limitar el acceso a la tecnología a los niños. «Ellos han nacido en esta revolución, no en la edad de piedra. Negarles el contacto con lo que será su mundo es como dejarles fuera desde el principio».
Frente a quienes dicen que no son «de tecnología», lanza un mensaje directo: «Usas móvil, redes, compras por internet… claro que eres de tecnología. Lo que pasa es que no has querido seguir la onda. Y si no te adaptas, te quedas fuera».
Sobre los temores más extremos, como que la IA acabe dominando a los humanos, se muestra escéptico: «De momento, todo lo que se hace es para mejorar la calidad de vida. Y si algo no te gusta, lo puedes quitar. El control sigue siendo nuestro».
Lo que sí tiene claro es que esto no hay quien lo pare. «Dentro de diez años, lo veremos como algo normal y surgirán otras cosas que ahora ni imaginamos. Lo importante es mantener los ojos abiertos, entender cómo funciona todo esto… y seguir aprendiendo».