
Es difícil imaginar la cantidad de información alojada en el cerebro de una persona adulta, y mucho menos cuando se tienen 106 años. María Piedad Yáñez Tomé es una de las pocas personas en el mundo que ha conseguido pasar con creces la barrera de los 100 años y ha cumplido los 106, convirtiéndose en una de las mujeres más longevas de nuestro país. Sus compañeros y cuidadores de la Residencia de Persoas Maiores de Trives le rindieron un pequeño homenaje el pasado 12 de enero, celebrándole una fiesta de cumpleaños en la que es su casa desde abril del 2004.
Piedad nació a principios de 1912 en Chavianciños, en la localidad ourensana de Chandrexa de Queixa. Con nueve hermanos a los que cuidar, creció acostumbrada a trabajar en casa y en la tierra, para ayudar a su humilde familia. Emigró muy joven a Barcelona, donde aprendió a hablar catalán, del que aún recuerda muchas palabras. En tierras catalanas trabajó durante varios años como asistenta en distintas casas y conoció al que sería su esposo. Contrajeron matrimonio en la ciudad condal, y posteriormente, tuvieron dos hijos.
Pero sus raíces la llamaron de vuelta a Galicia y se instaló en San Mamed, parroquia que pertenece a A Pobra de Trives, donde crió a sus hijos y pasó el resto de su vida hasta trasladarse a la residencia en la que se encuentra actualmente, desde hace casi 13 años.
Piedad, que conserva una mente lúcida con gran capacidad cognitiva, se siente feliz en la Residencia de Persoas Maiores de Trives, aunque confiesa que le costó dejar su casa. Ahora, a sus 106 años, sigue participando en algunas actividades que organiza la residencia, como trabajos manuales y algunos ejercicios físicos adaptados.
Aunque ella insiste en que la alegría que la caracterizaba se ha desvanecido, Piedad no pierde la sonrisa mientras nos asegura que el secreto para llegar a los 106 años es trabajar, como ha hecho ella toda la vida.